jueves, 19 de septiembre de 2013


                           No es un adiós
                             
                                         Capítulo 18 

Aarón y yo nos pusimos al día de todo lo que había pasado en este año. Y estuvo en casa jugando con la niña.

- ¿Tienes dónde dormir?- pregunté.

- No, tenía pensado quedarme en un hotel.- dijo él.

- No, tú te quedas aquí.- dije y empecé a deshacer la maleta.

- Gracias.- dijo él sonriendo.

- Pero tendrás que dormir en el sofá. Todas las habitaciones están ocupadas.- dije.

- No pasa nada.- dijo él.

Por la noche:

Me levanté en mitad de la noche y me senté en el borde del sofá. Durante este año, no había tenido contacto físico con ningún hombre, llevaba un año a dos velas. También, eche muchísimo de menos a Aarón, fui tonta. No sé porque hice eso de irme y dejarle tirado. Besé suavemente sus labios y él pasó una mano alrededor de la cintura. Nos encaminamos hacia mi habitación.

- Te he echado de menos.- dije jadeante.

- Y yo. Llevo un año sin acostarme con una mujer, tú me has marcado. Me cambiaste de ser un mujeriego a ser un hombre estable, cuando me dejaste me quedé echo polvo, pero no volví a las andadas.- dijo jadeante.

- Yo también llevo un año a dos velas y lo que más deseo ahora es volver a sentir el contacto de tu piel.- dije jadeante.

Entonces, entre besos, caricias, abrazos y más muestras de cariño, nos perdimos entre las sábanas. De nuevo. Él. Yo. Una cama. De nuevo juntos. De nuevo siendo uno.

Por la mañana:

Laura entró en mi habitación y nos vio a Aarón y yo juntos.

- Perdón si he interrumpido algo, pero hay que llevar a Daniela a la guardería y habrá que levantarse para ir a trabajar.- dijo Laura.

- Sí, ya vamos.- dije.

Daniela entró en mi habitación.

- Ya veo, que estáis de nuevo juntos.- dijo Laura.

- Sí, un año sola, afecta.- dije.

- ¿Y yo qué? Por venir aquí contigo, llevo más de dos años sin pareja, menos de un mes sin…- dijo Laura soltando una carcajada.

- Daniela, papá y mamá están de nuevo juntos.- dijo Aarón.

Daniela sonrió. De alguna forma ella lo entendía.

Y de nuevo, el amor volvió a ganar. Nos volvió a enloquecer.

Pasados dos años, Aarón y yo nos casamos. Daniela ya tenía tres añitos y ya iba al colegio. Se la veía muy feliz. Nos vinimos a vivir a Madrid, debido a que en Londres nos quedamos sin trabajo y que en Madrid teníamos nuestras plazas de nuevo.

- Me alegro de que me dijeses el si quiero, de que se te quitasen las inseguridades, de que volvieses a sonreír, de que ya no tuvieses miedo, de que confiases en mi, que quisieses tener una vida familiar conmigo, de que quisieses que tu hija, bueno nuestra hija, tuviese una madre y un padre juntos y que se quisiesen. Te quiero, tantísimo, Mireia. Has elegido bien.- dijo Aarón sonriendo y besándome lentamente. Sonrisa sobre sonrisa. Felicidad.

Pasados unos meses…

- Cariño, tengo una buena noticia que darte.- dije.

- Dime.- dijo él.

- ¡Estoy embarazada!- exclamé.

A Aarón se le dibujo una sonrisa.

- ¡Qué bien!- exclamó él.

- Y a partir de este preciso momento, verás como va el embarazo y todo, de este no te vas a perder nada.- dije sonriendo.

Aarón tocó mi vientre y una lágrima rodó por su mejilla.

Pasados unos meses, nos dijeron que el bebé era niño. Después, nació. Toda la familia estaba feliz y el bebé se llamó Jesús.

Y al año siguiente, me volví a quedar embarazada, vino una niña a la que le pusimos Felisa. Ya teníamos tres hijos: Daniela de cuatro años, Jesús de uno y Felisa recién nacida.

Y triunfó el amor. Nada nos impidió ser felices. Nada ni nadie.

Agradecimientos:

Gracias a todas, porque creo que solo sois chicas las que habéis leído la novela, gracias por leerla. Me encanta que comentéis, que me deis RT, FAV, toda acción la agradezco y la tomo como algo bueno, inspirador y que mi trabajo ha dado sus frutos. Muchísimas gracias en serio. He hecho este apartado de agradecimientos porque la novela ha sido corta. Lo siento porque haya sido corta, pero el problema de tiempo por mi vida social que me ha costado tenerla xdxd. Por los estudios, mi tiempo de relajación y a veces el estrés, la frustración y Lu ya sabe a lo que me refiero, han podido conmigo y entonces, he decidido acabarla lo antes posible y así, es como he decidido acabarla. También, quería decir que espero que os haya gustado, que he dado lo mejor de mi misma, que a veces llego a un punto en el cual mi imaginación no da para más y se me seca el cerebro xdxd. Y ya no puedo seguir escribiendo y me frustro :c QUE MUCHÍSIMAS GRACIAS POR TODO. Seguiré escribiendo y espero subir pronto otra novela, pero cuando lo haga, ya la tendré escrita y no me hará falta ir escribiéndola y directamente, os pueda subir los capítulos y no me pase lo que me haya pasado otros días de: hay, que no puedo subir capítulo, no puedo escribir, hay como se enfaden, hay que puto estrés, seguro que les sienta mal ver que en sus interacciones no está mi novela ese día y que dirán si tardo mucho en subir y esto y lo otro y sufro :c Así que para otra vez ya lo tengo planeado así.

GRAAAAAACIAS A TODAS.

miércoles, 18 de septiembre de 2013


                           No es un adiós
                             
                                          Capítulo 17

Narra Mireia:

Ha pasado un año y en este año han pasado muchísimas cosas. Hemos viajado, reído, disfrutado, trabajado, llorado, apoyado, animado… Hemos confiado, creído en el otro. Y ahora, ya somos más maduros y estables. Nos hemos ido a vivir a una casa en un pueblo de Madrid que está cerca de nuestro trabajo. Llevamos una rutina, pero de vez en cuando la rompemos para no ahogarnos en ella. Desde hace unos días he empezado a sentirme rara. Tengo algunos mareos, náuseas, no me ha bajado la regla… Debería haberme bajado hace una semana, no le he dicho nada a Aarón porque tengo miedo, no quiero quedarme embarazada. Estoy aterrorizada.

Narra Aarón:

Notaba a Mireia rara. Demasiado. Sentía como que cambiaba mucho de humor. Se pasaba el día en el baño. Comía mucho. No quería hacerlo conmigo. Se tocaba mucho la barriga. Decía que estaba cansada y que se mareaba. Así que decidí comentárselo a mi madre.

- Aarón, esos síntomas de embarazada y seguro que ella tiene miedo, así que háblalo con ella suavemente, hazla ver que estás con ella, que no hace falta tener miedo.- dijo mi madre.

- Vale, lo tendré en cuenta. Ahora me voy a casa.- dije.

Al llegar, no había nadie. Marqué el número de teléfono de Mireia, pero no contestaba. Subí a nuestra habitación y había una carta en la que ponía:

Aarón, siento como que esto no va a ninguna parte. Llevamos ya como un año y pico saliendo, estábamos bien, hasta que ha ocurrido algo en lo que he sentido miedo, frustración, tú no estabas conmigo… Así que he decidido poner rumbo hacia un lugar en el que mi bebé y yo seamos felices. Voy a Inglaterra. La verdad no se en que dirección voy a vivir, voy a la aventura. En un principio me voy allí por trabajo. La empresa me dio esta opción y la he aceptado. Tengo pensado interrumpir el embarazo, pero no estoy segura. Quiero tener una parte de ti y esta sería una parte muy bonita. Si decido continuar con el embarazo, te mantendré informado. Seguramente que por correo, para que no sepas mi dirección porque no quiero verte en un tiempo para aclararme… Y te prometo que cuando ya este aclarada. Quiera o no quiera estar contigo, podrás ver a tu hijo o hija. Espero que lo tomes a bien. Te quiero, Mireia.

Comencé a llorar. Me lo habían hecho de nuevo. Me habían roto el corazón. Como lo hizo aquella vez María.
Narra Mireia:

He decidido que sí, voy a continuar con esto. Yo sola, en Londres, es al sitio específico donde voy. Espero que Aarón se haya tomado a bien mi decisión y que no le haga hecho mucho daño. A mi también me duele dejarle así porque le quiero, pero necesito aclararme. No estoy segura de nada. Creo que sigo siendo la misma niña de antes, insegura, que tiene miedo de todo. Para ayudarme con el embarazo y mi estancia en Londres, ha venido mi hermana Laura.

- ¿Vas bien? ¿Cómoda? ¿A gusto?- me preguntó.

Yo asentí.

- ¿Al final que has decidido?- preguntó ella.

- Voy a seguir con el embarazo, no puedo matar a un bebé y encima siendo fruto de Aarón y mío. Quiero tener una parte de él y esta será la parte más bonita que pueda tener.- respondí sonriendo.

Laura sonrió.

Pasado un año.

Narra Aarón:

Iba caminando por las calles de Londres, me habían destinado aquí. Tenía que trabajar aquí. Era el primer día que estaba aquí. Tenía un poco de miedo. No conocía la ciudad. De repente, a lo lejos divisé la figura de una chica no muy alta, morena, con el pelo largo que llevaba una niña rubita en los hombros. A su lado iba una mujer no muy alta, con el pelo moreno y largo. Apresuré el paso y cuando estuve a su lado, me giré y para mi sorpresa:

¡Era Mireia, con su hermana Laura! ¿Y esa niña? ¿Era mi hija?

- Mamá, señor.- dijo la niña.

Mireia y Laura se giraron y se quedaron completamente paradas.

- ¿Qué haces aquí?- preguntó Mireia.

Seguía igual de guapa que siempre. En este año no había cambiado nada. Laura tampoco había cambiado.

- La empresa me trasladó aquí y bueno, te acabo de ver. No sabía que estabas aquí.- dije yo igual de sorprendido que ellas.

Mireia pasó la niña a Laura.

- Bueno, no interrumpí el embarazo y ella es tu hija, se llama Daniela, como tu querías ponerle ese nombre y yo también. Esta es la parte con la cual me quedé de ti. Como ves se parece muchísimo a ti. Es rubia con los ojos azules y es idéntica a ti.- dijo ella sonriendo.

Su sonrisa no había cambiado. Nada en ella había cambiado.

- Los ojos son más parecidos a los tuyos. Los tuyos son más claros que los míos y los de Daniela son igual que los tuyos. Y es igual de guapa que tú.- dije.

Mireia se sonrojó.

- Mira, Daniela, él es tu papá. Del que te he hablado.- dijo ella hablándole a la niña.

- ¿Papá?- preguntó Daniela extrañada.

- Sí, papá.- dijo Mireia.

Mireia me pasó a la niña y yo la cogí.

- Espero que siguieses el embarazo por correo.- dijo.

- Sí, estabas guapísima en todas las fotos. La niña también estaba muy guapa.- dije.

- Tranquilo, a partir de ahora ya no te vas a perder a nada.- dijo ella.

Narra Mireia:

Aarón no había cambiado nada. Estaba igual de guapo que siempre e igual de amable.

martes, 17 de septiembre de 2013


                         No es un adiós


                                                 Capítulo 16 

- Solo quería darte una sorpresa.- dijo Aarón.

- ¡¿Una sorpresa!? ¡Pensaba que me iban a asesinar, violar o cualquiera otra cosa!- le grité sobresaltada mientras que le empujaba hacia atrás.

- Bueno, tranquila.- dijo Aarón.

- No, no me tranquilizo.- dije.

- Con esto tal vez sí y me dio un ramo de flores.- dijo Aarón.

Me encantaron, pero estaba muy cabreada así que se las entregué de nuevo, doliéndome en el fondo y le dije:

- Te las puedes tragar si quieres.- dije mientras que tiraba de Bel para volver a casa.

Narra Aarón:

 - ¿Por qué me trataba así? ¿Qué le había hecho?- pensé.

Una lágrima rodó por mi mejilla, las demás en seguida la siguieron. No lograba comprender porque me había tratado así. Yo solo intentaba darle un regalo, darle una sorpresa y enamorarla un poco más. Y ella, sin embargo, ha sido brusca conmigo.

Narra Mireia:

Me dolió muchísimo hacerle eso. Ni siquiera yo se porque lo hice. Estaba cabreada y cuando lo estoy, soy demasiado brusca. Seguro que está muy enfadado y dolido y ni siquiera querrá verme. Soy gilipollas. Bien, Mireia, ya la estás cagando.

Me tumbé en la cama y me eche a llorar.

Narra Aarón:

Cuando subí la escalera, oí que del piso de Mireia provenían un llanto. Primero pensé que sería Bel, después me di cuenta de que también salían palabras ahogadas en lágrimas. Era ella. La que lloraba era ella, pero seguro que seguía enfadada conmigo y no quería verme, así que entré en mi piso y me tumbé en la cama. Casi no dormí y al levantarme por la mañana estaba muy cansado, encima tenía que ir al trabajo y ver a… Mireia. Joder.

Narra Mireia:

Entré en la oficina y allí estaba, Aarón, hablando con Susana. ¿Qué pasa? ¿Quería ponerme celosa? No lo iba a conseguir, le iba a ignorar como él seguramente iba a hacer conmigo.

- Hola, Mireia.- dijo Susana sonriente.

- Hola.- dije sonando lo más amable posible.

Susana se quedó extrañada porque Aarón y yo ni siquiera nos miramos.

Narra Aarón:

- ¿Qué pasa? ¿Por qué no os saludáis?- preguntó Susana.

- Nada, un pequeño enfado.- dije intentando sonar amable.

- Pues ahora, puedes ser todo mío.- dijo Susana agarrándome por el cuello de la camisa e intentando besarme.

Narra Mireia:

Salí un momento de mi despacho y los vi, en mi puta cara, a punto de besarse y yo que iba a hablar con él. Entré en mi despacho, me senté en el suelo apoyando mi espalda en la puerta y comencé a llorar. Intenté que mis lamentos no se oyesen.

Narra Aarón:

- ¡Susana!- exclamé.

Varios trabajadores se giraron y nos vieron.

- Vosotros a lo vuestro.- dijo Susana.

- Susana, suéltame, yo contigo no quiero nada. Yo amo a Mireia. Estamos bien, esto es solo un pequeño enfado, llevamos 2 meses muy bonitos.- dije.

Susana me soltó y se levantó furiosa.

Yo oí un llanto que provenía del despacho de Mireia. ¿Por qué lloraba? ¿Habría visto mi escena con Susana? ¿Pero cómo la ha podido ver?

Abrí lentamente la puerta del despacho de Mireia y allí, abajo apoyada en la puerta ella, con la cara entre las manos y mojadas. Estaba llorando. Demasiado. Y seguro que era por mi culpa. ¡Estúpido!

- ¿Te pasa algo?- pregunté arrodillándome delante de ella.

Ella levantó la cabeza y me vio. Tenía los ojos rojos y empapados en lágrimas.

- Nada…- pronunció ella débilmente.

- Se que te pasado algo, te conozco.- dije.

- No es nada.- dijo ella.
- Dime porque lloras.- dije con tono de preocupación.

- Casi os besáis.- dijo ella llorando más.

- ¿Susana y yo? No, fue ella la que quiso, yo la aparté no paso nada.- dije.

- ¡No te creo!- gritó ella.

- ¿Y entonces que crees?- pregunté.

- ¡Lo que mis ojos vieron!- gritó ella.

- ¿Y sabes lo que pasó después? No verdad, ella se fue enfadada porque yo le dije que te amaba.- dije.

Le sequé las lágrimas.

Ella no dijo nada, simplemente asintió. Sabía que me creía, pero se la notaba molesta.

lunes, 16 de septiembre de 2013


                             No es un adiós

                                           Capítulo 15

- Vamos a disfrutar de la piscina, hidromasajes, jacuzzis, masajes, sala de juegos y todas las instalaciones del hotel. Además de una gran cena con unos amigos que tengo en París y te voy a presentar delante de ellos como mi novia, así que esta noche tienes que deslumbrar, por eso, te insistí en que te comprases ese precioso vestido.- dije.

Mireia se lanzó a mis brazos y me abrazó fuertemente. Yo la besé suavemente en el hombro. Una lágrima rodó por la mejilla de Mireia y yo se la sequé rápidamente.

- Te quiero tanto.- dijo Mireia.

- Te quiero.- dije.

Ella sonrió. Una de las mejores sensaciones del mundo era verla sonreír. Su sonrisa provocaba la mía.

La besé suavemente sobre los labios.

Disfrutamos de todas las instalaciones del hotel como la dije y cuando llegó la tarde-noche, ella empezó a arreglarse, se estaba poniendo más guapa de lo que ya era. Yo también empecé a arreglarme y las 21:00, puntuales estábamos en el salón hablando con mis amigos y presentándola como mi novia. Se la veía feliz y radiante. Cenamos con ellos y volvimos a nuestra habitación.

Acabamos de disfrutar de los últimos días de nuestras mini vacaciones en París y volvimos a Madrid con las pilas recargadas para volver a trabajar.

- ¿Cuándo nos vamos a ir de vacaciones?- preguntó Mireia.

- Pues como estamos a mediados de Junio, nos iremos a mediados de Agosto, así que todavía quedan dos meses de trabajo duro por la mañana y noches de sexo.- dije guiñándole un ojo.

Ella se sonrojó y en sus labios se pronunció una pequeña sonrisilla.

- ¿Y dónde iremos esta vez?- preguntó.

- Primero, iremos a Ibiza a ver un concierto de Calvin Harris en la discoteca Amnesia y a pasar unos días allí, después iremos a Italia donde disfrutaremos de unas vacaciones por todo el país y por último, iremos a Asturias para ver a tu familia.- respondí.

- ¿Y cuándo volvemos y que haremos?- preguntó Mireia.

- Pues volveremos a mediados de Septiembre y todavía nos quedará una semana para ir a ver a mis padres y comer o cenar algunos días con ellos y después, de nuevo a la rutina.- contesté.

- Así que tendremos un mes de vacaciones.- dijo Mireia.

- Exacto. Y descansa hoy porque mañana ya empezamos el trabajo.- dije.

Mireia entró en su piso con Bel.

Narra Mireia:

Me lo he pasado genial en París, le he contado todo a mi madre y todos están felices por mi y por la relación que he empezado con Aarón. Él es tan magnífico. Primero, estás mini vacaciones en París y después, las geniales vacaciones que me esperan entre Agosto y Septiembre por Ibiza, Italia y Asturias.

Por la mañana:

- ¡Buenos días!- exclamé entrando en la oficina.

- Buenos días, señorita Mireia. ¿Qué tal sus vacaciones en París? ¡Viene como nueva, alegre y radiante!- exclamó Susana mi compañera de trabajo.

- Hola, Susana. ¡Maravillosas! Muchas gracias. Ahora ya estoy de vuelta para trabajar activamente.- dije contestándola.

- Me alegro.- dijo Susana sonriéndome.

Yo me dirigí hacia mi despacho y ella se quedó conversado un rato con Aarón. Ella no me preocupaba. Yo sé que Aarón me quiere mucho y ella ya lo intentó con él y quedó rechazada. No creo que lo vuelva a intentar para volver a quedar igual de mal.

Después de un día duro de trabajo, llegué a casa acompañada de Aarón, me despedí y entré en casa. Me cambié, di de comer a Bel y saqué a pasearla.

Mientras que paseaba a Bel, sentía como que alguien me seguía y me espiaba, pero cada vez que intentaba ver quien era, no le veía. ¿Quién sería? ¿Por qué me está persiguiendo? ¿Qué quiere de mi? ¿Qué me va a hacer?

Noté que alguien me tocaba el hombro. Sentí como un escalofrío recorrió mi cuerpo, tragué saliva, me dije a mi misma: seguro que es alguien que te conoce. ¿Pero quién me va a conocer en esta ciudad? ¡Ay, dios mío! Me giré lentamente con miedo. Muchísimo miedo. No sabía quien era.

- ¿Qué haces aquí? ¡Me has pegado un susto de muerte!- exclamé sobresaltada.

domingo, 15 de septiembre de 2013



                            No es un adiós

                                           Capítulo 14
 
Narra Aarón:

- Buenos días, levanta que te tengo una sorpresa.- dije.

- ¿Cuál?- preguntó Mireia con curiosidad.

- ¡Nos vamos a la playa de Le Havre! Que ya va apeteciendo y está a tan solo dos horas de aquí.- respondí sonriendo.

Mireia se levantó de un salto, se vistió, empezó a hacer una bolsa para ir a la playa, yo la ayude y nos pusimos en marcha.

- No hemos desayunado y tengo hambre.- dijo Mireia.

- Lo tengo todo pensado.- dije enseñándole la limusina que nos llevaría hasta Le Havre.

- ¿Vamos a ir en limusina?- preguntó Mireia.

- Sí y ahí dentro tienes de todo para comer.- contesté abriéndole la puerta.

- Adelante, señorita.- dije.

- Muchas gracias.- dijo ella sonriendo.

- ¿A dónde vamos?- preguntó el chofer.

- ¿Habla español?- preguntó Mireia.

- Sí, lo tengo ya todo planeado y con chofer español para poder entendernos a la perfección.- respondí.

- Por favor, a la playa de Le Havre.- contesté sonriente.

- Allá vamos.- dijo el chofer.

- Pues, yo me voy a poner a comer algo que tengo hambre.- dijo Mireia.

- Te acompaño que yo también tengo hambre.- dije.

Después de dos horas llegamos a Le Havre.

- Déjenos aquí, Luis. En cuanto la señorita se canse de estar en la playa, le avisamos para que nos lleve a la casa que tenemos reservada aquí por un día para cambiarnos, comer algo e ir a dar una vuelta por Le Havre y después, nos lleva de nuevo a París.- dije.

- De acuerdo, señor.- dijo Luis.

- No hace falte que me llame señor, llámame Aarón.- dije.

- Lo tienes todo planeado, eh.- dijo Mireia.

- Claro, te lo he dicho antes.- dije sonriendo.

- Tú si que sabes complacer a una mujer. Tanto en el aspecto de ser romántico y de ser salvaje en la cama.- dijo Mireia soltando una pequeña carcajada.

Yo solté otra.

- Todo por ti.- dije dándole un suave y dulce beso en los labios.

Fuimos a la playa y disfrutamos de un gran día. Tomamos el sol, nos bañamos, nos salpicamos, jugamos en el agua, nos besamos, nos hicimos fotos, nos lo pasamos como unos adolescentes que van a la playa por primera vez junto con sus amigos.

- ¡Qué cansada estoy!- exclamó Mireia.

- Pues ahora nos vamos a la casa reservada, nos damos un baño en el jacuzzi, una copita de champán, nos vamos a cenar al restaurante que tengo reservado y por la noche, lo que surja. Ya mañana volvemos al hotel.- dije.

Mireia soltó una carcajada.

- Todo planeado y muy bien.- dijo.

- Pues claro, que te creíais.- dije.

Luis nos llevó hasta la casa que tenía reservada por un día.

- Bueno, mañana las 12:00 estoy aquí y les llevo hasta el hotel, llegaríamos sobre las 14:00. Hasta mañana.- dijo Luis despidiéndose amablemente.

- ¿Dónde estás, Mireia?- pregunté.

- ¡Estoy en el jacuzzi!- gritó ella.

Llegué y la vi allí. Me puse el bañador y entré, nada más entrar noté que Mireia estaba desnuda.

- ¿E… Estás desnuda?- pregunté.

- Sí, cuidao, como si fuese la primera vez que me vieses desnuda.- respondió ella.

Poco a poco ella me quitó el bañador y debajo del agua y las burbujas, la pasión nos consumió.

- ¡Qué rico está todo!- exclamó Mireia mientras degustaba el entrecot que había pedido.

- Sí, la verdad es que está todo muy bueno.- dije mientas saboreaba el entrecot que había pedido.

Terminamos de cenar y nos fuimos a dormir.

En el trayecto hacia el hotel que estaba en París, fuimos picoteando y al llegar allí comimos.

- ¿Qué vamos a hacer hoy?- preguntó Mireia.

martes, 10 de septiembre de 2013


                              No es un adiós

                                                         Capítulo 13 

Cenamos la comida italiana en lo alto de la Torre Eiffel al son de Pablo Alborán. Él sabía perfectamente lo que me gustaba. En este mes había aprendido mucho de mi. Y yo también había aprendido mucho de él.

Llegamos a la habitación del hotel.

- ¿Te ha gustado?- preguntó Aarón acariciando mi rostro.

- ¿Qué si me ha gustado? ¡Me ha encantado!- exclamé dándole un beso y dejándome caer sobre la cama.

- ¿Así que quieres portarte mal?- preguntó Aarón con una sonrisilla en el rostro.

Simplemente sonreí y nos dejamos llevar por el amor.

- Buenos días a la chica más guapa y que mejor hace el amor en el mundo entero.- dijo Aarón dándome un beso en la mejilla.

Me sonrojé y me giré hacia el otro lado.

- ¿Pasa algo?- preguntó confuso.

- No, nada. Que me da vergüenza que digas esas cosas.- respondí todavía girada.

- Pero si estamos solos.- dijo Aarón.

- Ya, pero me da vergüenza.- dije.

- Hay veces que no te entiendo, pero bueno.- dijo Aarón levantándose de la cama y entrando al cuarto del baño.

- Ese es el problema muchas veces, que no sabes entenderme.- dije susurrando.

- ¿Has dicho algo?- preguntó Aarón abriendo el grifo de la ducha.

- No, nada.- contesté gritando un poco para que me oyera.

Me quedé en la cama esperando que Aarón saliese de la ducha para yo entrar. Cuando salió, entré rápidamente al baño sin ni siquiera dirigirle la palabra.

- ¿Te pasa algo?- preguntó Aarón.

- Sí, bueno no.- respondí.

- ¿Si o no?- preguntó.

- Sí, me pasa algo. Me pasa que no me comprendes.- contesté entrando en la ducha.

- ¿Ya estamos otra vez?- preguntó Aarón entrando en el baño.

- No, no estoy otra vez y sal fuera, me quiero duchar tranquila.- dije.

Pero Aarón no hizo caso y se acerco a mi, me besó dulcemente mientras que se empapaba.

- Te estás poniendo perdido. Anda sal de la ducha y así me puedo duchar tranquilamente.- dije.

Aarón se quitó la ropa y entró en la ducha.

- Venga, yo te enjabono.- dijo Aarón.

- ¡Aarón no! Tú te duchaste tranquilamente, yo también quiero.- dije.

- Corta rollos.- dijo Aarón mientras salía de la ducha, recogió su ropa y salió del baño.

- ¡Tiende esa ropa en la terraza!- le grité.

- ¡Sí, ya voy!- dijo Aarón gritando mosqueado.

Yo también quería hacerlo con él, pero me tengo que duchar, después ya habría tiempo.

- ¿Estás cabreado?- pregunté terminando de secarme el pelo.

- Un poco.- contestó Aarón mientras estaba tumbado en la cama mirando la tele.

Salí del baño y me acerqué a él. Le di un beso en los labios.

- Venga, tonto, que esta noche si que hay premio.- dije guiñándole el ojo.

Aarón me cogió de la cintura y me puso encima de él sentada.

- ¿Y por qué no ahora?- preguntó.

- Eres un salido que solo quiere hacerlo. Ahora no quiero, vamos a dar una vuelta por París, hemos venido a conocer esta ciudad, no a pasarnos todo el día en la cama follando. Y por favor, relaja tus instintos que lo de ahí abajo ya se te está empezando a notar.- dije levantándome y cogiendo el bolso.

Aarón accedió y fuimos a dar una vuelta por París. Fuimos a unas cuantas tiendas y me compré pintauñas, cosas para decorar las uñas, algunas limas y un poco de maquillaje. Después, fuimos a comer algo y por último, fuimos al Museo Louvre. ¡Era precioso!

- ¿Ya estás contenta?- preguntó Aarón.

- Sí, ¿y tú?- pregunté sonriendo.

- Regular.- contestó.

- Claro, porque tú lo que quieres es estar todo el día entre sábanas, pero hay que salir, relacionarse y disfrutar de París. Por las noches tenemos tiempo para lo que a ti más te gusta, venga, que me apetece mucho.- dije.

- Después me llamas a mi salido, pero tú a veces…- dijo Aarón.

Empezamos a correr hacia el hotel porque los dos no aguantábamos más. Llegamos y nos tiramos los dos a la cama y allí, entre sábanas y fragancias nos perdimos. París nos hacía perder el control, por algo es la ciudad del amor.

- Tengo hambre.- dije mordiéndole la oreja a Aarón.

- ¿De mi o prefieres comida?- preguntó Aarón.

- Prefiero comida.- respondí guiñándole el ojo.

- Ah, muy bonito.- dijo Aarón.

Pedimos la comida y cenamos en la cama.

lunes, 9 de septiembre de 2013


                           No es un adiós

                                                    Capítulo 12

Pasados las dos horas de viaje, llegamos a París. El viaje fue corto y en el avión nos trataron muy bien.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Mireia deshaciendo su maleta y colgando la ropa en el armario de la habitación del hotel.

- Pues tenemos una hora para ver como es el hotel y después, iremos a comer y esta tarde es sorpresa.- respondí.

- Todo el día con las sorpresas… ¿Pero quedará tiempo por la noche para portarse mal?- preguntó Mireia.

- Quedará tiempo, quedará tiempo, no te preocupes.- contesté soltando una pequeña carcajada.

En el rostro de Mireia se asomó una sonrisilla. Ella y sus ocurrencias. Ella y su naturalidad con la que expresa sus ganas. Ella. Tan solo ella.

Vimos como era el hotel. Había una piscina, saunas, hidromasajes, una sala juegos, el comedor y todo lo que puede tener un hotel de cinco estrellas.

- ¡Es todo muy bonito! ¡No deberías haberte molestado!- exclamó Mireia.

- Para ti, esto y más.- la susurré al oído.

Narra Mireia:

Al oír esas palabras, sentí que un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Me empecé a poner nerviosa. Cada vez que estaba a su lado, solía estar nerviosa.

- ¿Te pasa algo?- preguntó Aarón.

- No, nada.- respondí.

- Es que como te has quedado callada.- dijo Aarón.

- Que me ha sorprendido que dijeses eso, nada más.- dije sonriendo.

Él sonrió.

- Bueno, vamos a comer.- dijo Aarón.

La comida estaba buenísima y cuando acabamos de comer, fuimos a la habitación. Aarón se tumbó en la cama. Yo saqué unas cuantas galletas que traía en el bolso y las coloqué en la cómoda.

- ¿Las has robado?- preguntó Aarón incorporándose.

- No, las he cogido prestadas y es verdad, le he pedido a un chico que había allí las galletas y me ha dicho amablemente que me las podía llevar por si me entraba hambre. Menos mal que sabía hablar inglés, sino no nos hubiésemos entendido una mierda.- contesté soltando una pequeña carcajada al final.

- Menos mal, me quedo más tranquilo.- dijo Aarón.

- ¿Qué pensabas, qué las iba a robar?- pregunté.

Él se quedó callada.

- Lo pensabas.- dije enfadada y me encerré en el baño.

- No, Mireia, no lo pensaba.- dijo Aarón.

- ¡No te creo!- grité entre algún que otro sollozo.

- No llores, mujer.- dijo Aarón.

- Si lloro, no confías en mi.- dije sentándome en el suelo.

- Venga, tonta, sal, que te tengo una sorpresa.- dijo Aarón.

No quería ni escucharle ni verle, no confiaba en mi y eso me dolía, pero salí del baño abriendo lentamente la puerta y tras ella, estaba él, con una gran sonrisa. Lo primero que hizo fue secarme las lágrimas y el maquillaje que se me había corrido. Después, me arregló el pelo y me acarició la mejilla.

- No seas tonta, no te enfades.- dijo sonriendo.

Sonreí.

- Si que confío en ti, pequeña.- dijo dándome un beso en la frente.

Sonreí de nuevo y susurré un débil:

- Gracias.

- Venga, ponte más guapa de lo que ya estás que nos vamos de compras.- dijo Aarón.

Me quedé asombrada.

- Venga, date prisa.- dijo Aarón.

Empecé a arreglarme.

Aarón me llevo de compras y me compré mucha ropa, accesorios, algunas cremas, perfumes y recuerdos de París y cuando acabamos, nos dirigimos a un parque desde el cual se podía ver la Torre Eiffel. Y empezamos a hacernos las típicas fotos con la Torre Eiffel detrás. Después, nos acercamos y nos hicimos una con ella detrás, pero más cerca que en las fotos anteriores y sobre todo, el detalle que marcaba la diferencia es que en esa foto salíamos besándonos, no como en las otras.

- ¿Y ahora dónde vamos?- pregunté con curiosidad.

- A lo alto de la Torre Eiffel.- contestó Aarón.

- ¿Se puede subir?- pregunté.

- Sí, hasta el medio.- respondió Aarón.

Subimos y para mi sorpresa, allí, nos esperaba una mesa para dos con comida italiana y unas cuantas velas alrededor. Aarón me dio una chaqueta porque allí arriba empezaba a refrescar. No tenía palabras. No sabía como expresar mi emoción en ese preciso instante.

- Antes de que digas nada, quería que nos hiciésemos una foto besándonos desde lo alto de la Torre Eiffel con París detrás.- dijo Aarón sonriendo.

Accedí.

sábado, 7 de septiembre de 2013

  
                            No es un adiós

                                       Capítulo 11 

- Estás que no puedes aguantar ni un poco sin sentir mi contacto.- dijo Aarón.

- Parece ser que sí.- dije.

- Y un poco salida.- dijo.

- ¿Y tú qué?- pregunté.

Los dos nos echamos a reír.

- Los dos lo deseamos y lo hacemos, ya está.- dije.

Él sonrió.

- ¿Ahora ya te sientes bien por hacerlo estando enamorada?- preguntó.

- Sí, me encanta.- respondí.

Los dos nos miramos mientras sonreíamos.

- No sé como le pudiste tener miedo al amor, si cuando es correspondido es de lo más bonito que puede haber.- dije.

- Pero claro, como tú has dicho, cuando es correspondido, sino lo es, sufres.- dijo Aarón.

- En eso tienes bastante razón. Pero por ahora no te tienes que preocupar porque mi amor por ti es verdadero, espero que el tuyo también.- dije.

- Sí, lo es. Entonces, es un amor correspondido. Por ahora no hay que preocuparse.- dijo Aarón.

Sonreí.

- Te quiero.- dijo Aarón.

Una lágrima rodó por mi mejilla, me la sequé antes de que la viese. Me había dicho te quiero. Después de haber estado un mes juntos, me ha dicho te quiero. Fui feliz.

- Te quiero, Aarón.- dije.

Él sonrió.

- ¿Cuándo empezamos a trabajar?- pregunté.

- La semana que viene.- respondió Aarón

- ¿La semana que viene?- pregunté extrañada.

- Sí.- contestó Aarón.

- ¿Por qué?- pregunté con curiosidad.

- ¡Porque nos vamos de viaje a París!- gritó entusiasmado.

Me quedé sin habla. Ni siquiera me movía. Me quedé muy sorprendida. Después de estar un mes juntos, nuestro primer viaje juntos iba a ser la ciudad del amor, París.

- ¿No te gusta?- preguntó Aarón.

- Sí, me gusta, me encanta. Muchas gracias.- respondí dándole un gran abrazo y besándole.

- Salimos mañana. Así que corre, ve a hacer la maleta.- dijo.

Y salí escopetada hacia mi casa a por una maleta y toda la ropa. Él vino a mi casa.

- ¿Qué vamos a hacer con Bel?- pregunté.

- Lo tengo todo pensado. Mis padres se quedarán con ella. Ellos ya saben que nos vamos de viaje. Esta tarde la tenemos que llevar a su casa porque mañana salimos pronto hacia el aeropuerto.- contestó Aarón.

- ¿Así que he sido yo la última en enterarme?- pregunté empaquetando mi ropa.

- Sí, la chica que se lleva la sorpresa suele ser la última en enterarse.- respondió agarrándome de la cintura y girándome lentamente.

Me besó. Fue un beso suave y dulce. Solo un beso. Solo eso.

Terminé de hacer la maleta y alguna que otra bolsa con las cosas de baño, los zapatos, la cámara, el móvil, la documentación, etc. y fuimos a la casa de los padres de Aarón, Nora y Javier y dejamos a Bel allí.

- Que majos tus padres accediendo a quedarse con Bel.- dije.

- Sí, lo hacen porque quieren que seamos felices.- dijo Aarón mientras conducía.

Sonreí. Sus padres eran muy comprensivos. Bueno, lo tenían que ser, él ya es bastante mayor para tomar sus decisiones.

- ¿A qué hora hay que levantarse?- pregunté.

- A las siete que a las nueve hay que estar en el aeropuerto porque el vuelo sale a las diez.- respondió Aarón mientras aparcaba el coche.

- Vale.- dije con una gran sonrisa en la cara.

Por la mañana:

Narra Aarón:

Nos dirigíamos al aeropuerto en taxi. Tenía a Mireia descansando en mi pecho. Cuando tu novia descansa en tu pecho es una de las mejores sensaciones del mundo. Una pequeña sonrisa asomó en mi rostro. Mireia lo notó. Ella también sonrió. Llegamos, cogimos nuestras maletas y nos dirigimos a pasarlas por aquella máquina. La empaquetaron para llevarlas al avión y nosotros nos dirigimos a recepción. Nos indicaron donde era y nos dirigimos allí. Teníamos que esperar unos quince minutos o así.

- ¿Iremos al Museo Louvre y a la Torre Eiffel?- preguntó Mireia curiosa.

- Sí, y tengo muchas sorpresas para ti.- dije dándole un pequeño beso en su boca y suavemente.

- Te quiero.- susurró ella.

- Te quiero.- susurré yo.

Los dos sonreímos.

Nos avisaron de que teníamos que embarcar. Así que nos pusimos en pie y nos dirigimos hacia el lugar. Aquí empezaba nuestra aventura. Lo estábamos deseando.

jueves, 5 de septiembre de 2013


                                 No es un adiós

                                              Capítulo 10

Una mujer baja, de pelo negro y con ojos azules abrió la puerta. Aarón le dio dos besos en la mejilla.

- ¡Ya estáis aquí!- exclamó ella.

- Sí, mamá. Ella es Mireia.- dijo Aarón con una sonrisa.

- Encantada.- dije dándole dos besos en la mejilla.

- Igualmente.- respondió ella con una grandísima sonrisa. Se parecía a la de Aarón. Los ojos que ella tenía, eran los mismo que los de Aarón. También, era bajito como su madre.

Al entrar vi a su padre. Un hombre alto, pero no demasiado, fuerte, con el pelo rubio y los ojos verdes. El color de pelo de Aarón era de su padre.

- Encantado.- dijo él dándome dos besos.

- Igualmente.- dije yo.

Aarón tenía una gran sonrisa en la cara. Él estaba feliz y si él estaba feliz, yo también.

Cenamos. Un entrecot buenísimo que hizo su madre con unas patatas al horno y algún que otro pimiento. También, tomé una copita de vino. Después, de una larga charla, decidimos volver a casa.

- Encantada Nora y Javier.- dije despidiéndome.

Cuando llegamos a casa:

- Los ojos, la estatura y la sonrisa es de tu madre. El pelo y el resto de la cara es de tu padre. Eres una mezcla de ellos dos.- dije.

Aarón rió.

- Tienes razón, todo el mundo que nos ve, lo dice.- dijo.

- Por cierto, ¿por qué no ha podido estar tu hermana Lucía?- pregunté.

- Ella no vive en Madrid, vive en Sevilla y no ha podido venir.- respondió él apenado.

- No pasa nada, seguro que pronto la verás.- dije.

- ¿Te quedas esta noche a dormir?- preguntó Aarón.

- ¿Qué pasa? ¿Quieres que volvamos a revolvernos en las sábanas?- pregunté.

- Puede.- contestó Aarón.

- Pues no, estoy cansada. Así que hay te quedas con el calentón.- dije entrando en mi casa.

A Aarón se le quedó una cara. Yo no podía nada más que reírme.

- ¡Cabrona!- gritó Aarón.

Yo solo podía reírme.
Eran las 00:30 o así. Aarón se había ido a dormir ya, yo entré en su casa y vi que se había dado una ducha para despejarse. Una sonrisilla asomó en mi cara. Me dirigí a su habitación sin hacer mucho ruido. Entré y me deslicé hasta la cama. Me quité la ropa y me puse encima de él. Él se despertó y se llevó un susto.

- ¿Qué haces aquí y así?- preguntó.

- Satisfacer tus necesidades y las mías.- respondí con una sonrisilla.

- Sí, claro, después de que me haya dado una ducha.- dijo.

- Venga, no te hagas el estrecho. Si se te acaba de marcar el tema.- dije.

Aarón se empezó a reír.

- Eres un poco cabrona y estás bastante loca.- dijo.

- Sí, soy cabrona lo admito. Y sí, estoy loca, loca por ti.- dije.

Aarón rió.

- Sí, sí.- dijo.

Solté una carcajada. Aarón me agarró por la cintura.

- Es que no me puedo controlar teniendo una chica tan guapa encima de mí y desnuda.- dijo.

Aarón empezó a darme besos en el cuello, y entre más besos, caricias y muestras de cariño, su habitación, sobre todo su cama se inundó de pasión y dulzura.

Por la mañana:

- Buenos días a mi loca.- dijo Aarón dándome un beso en la mejilla.

- Buenos días a mi salidillo.- dije sonriendo.

Él se rió.

- Gracias por esta noche de amor y pasión.- dijo Aarón.

- No es nada, a mi también me gusta.- dijo con una sonrisilla.

- Claro que te gustan. No hay más que verte.- dijo Aarón riendo.

- Y después soy yo la cabrona.- dije dándole una bofetada en la cara.

- ¡Au! Eso dolió.- dijo él quejándose.

- Te lo mereces.- dije.

- Yo ayer no te di porque no quisieses hacerlo y después, vienes pidiéndolo, así que no me des.- dijo Aarón.

- Vale, vale. Pero te lo merecías.- dije.

Y antes de que dijese algo más le besé. Le besé buscando cariño y comprensión. Le besé buscando algo más que un simple beso. Le besé buscando sus labios y la pasión. Y de nuevo, entre besos, caricias y más muestras de cariño, nos perdimos.

domingo, 4 de agosto de 2013


                                   No es un adiós

                                                          Capítulo 9 

Al levantar la cabeza, vi que era María y resoplé. No me lo podía creer. Que pesada.

- Hola, Aarón.- dijo saludándole y acercándose a él.

Le agarró por el cuello de la camisa y yo rápidamente la aparté la mano.

- Uy, tu novia se pone celosa.- dijo.

No respondí. No iba a entrar en su juego.

Se acercó más a Aarón. Tan cerca que los labios de María estaban a punto de besarle. No aguanté y le pegué una hostia a María. Ella se quedó perpleja. Se lo merecía. A Aarón no le besa nadie más que yo.

- ¿Cómo te atreves?- preguntó María.

- Aarón ya no es tu novio. Hace mucho que lo dejasteis. Si el otro te ha dejado por puta, lo siento mucho, pero Aarón ahora está conmigo y está intentando rehacer su vida después de que le dejases hecho una mierda. Y no, no va a volver contigo así que deja de acosarle. Deja vivir su vida junto a los que de verdad le quieren. Gracias.- dije furiosa y me marché mientras que algunas lágrimas corrían por mis mejillas.

Aarón corrió hasta llegar a mi.

Me abrazó.

- Tranquila, se va.- dijo susurrando.

Una sonrisilla se asomó a mi rostro.

- Sonríe. Yo te quiero.- dijo Aarón.

Él siempre tan atento y tan cariñoso.

- Yo también te quiero.- dije susurrando.

Me dio un beso y sentí como si el tiempo se parase.

- Gracias por ser tan atento y cariñoso conmigo.- dije susurrando.

- Te lo mereces.- dijo él también susurrando.

- Mañana te voy a presentar a mis padres. ¡Sorpresa!- exclamó Aarón.

Me quedé perpleja.

- ¿En serio?- pregunté.

Aarón asintió.

Por la mañana:

- Arriba.- dijo Aarón.

Me di la vuelta y susurré:

- Unos minutos más.

- No, que te tienes que poner más guapa de lo que ya eres que tienes que conocer a mis padres.- dijo.

Al oír esas palabras, salté de la cama, le abracé y me metí a la ducha. En menos de una hora estaba lista.

- ¿Vamos a comer con ellos?- pregunté.

Aarón asintió. Yo sonreí.

Nos dirigimos al pueblo en el que Aarón había crecido de pequeño y donde vivían sus padres actualmente. Estaba nerviosa. ¿Cómo serían sus padres? ¿Me caerían bien? ¿Yo les caería bien? Ay, Mireia deja de pensar eso que te pones más nerviosa.

- ¿Estás nerviosa?- preguntó Aarón.

Asentí.

- Tu tranquila, les caerás bien.- dijo Aarón.

Sus palabras me calmaron. Respiré fuertemente y tragué saliva. El momento cada vez estaba más cerca.

Aarón rozó las yemas de sus dedos contra mi rodilla. Le agarré la mano y la besé. El sonrió. Yo sonreí.

Me bajé del coche. El momento había llegado. Aarón llamó al timbre y yo puse mi mejor sonrisa.

viernes, 2 de agosto de 2013



                               No es un adiós

                                                        Capítulo 8 

- ¿Y qué tal estáis? ¿Estáis bien en el hotel?- preguntó mi madre.

- Mamá, no seas pesada. Estamos bien y en el hotel nos sentimos como en casa.- contesté.

- Pero si no os gusta, podéis venir aquí.- dijo mi madre.

- Mamá, que está todo muy bien.- dije.

- Vale.- dijo ella.

- Bueno, nos vamos.- dije.

- ¿Tan pronto?- preguntó mi madre.

- Tenemos una reunión, mamá.- dije intentando sonar amable.

Nos dirigimos a donde teníamos la reunión.

- Perdona a mi madre, a veces se pone pesada.- dije.

- No pasa nada, se preocupa.- dijo Aarón.

Sonreí. El sonrió.

Pasada la reunión, volvimos al hotel.

Salimos a dar un paseo por las calles. Y entre, caricias, besos y abrazos, nos perdimos.

- Reconoce que nos hemos perdido, Mireia.- dijo Aarón.

- Sí, nos hemos perdido. Así que deja de ponerme caras y busca a alguien que nos pueda decir donde estamos y como podemos volver al hotel.- dije.

Encontramos a una señora que nos dijo que nos habíamos ido bastante lejos de ese hotel y que nos tocaría caminar. Así que decidimos coger un taxi para volver. Menos mal que llevábamos dinero.

- Menos mal que llevábamos dinero.- dije.

- Sino a patita.- dijo Aarón.

Me reí. Él se rió.

- Parecemos tontitos.- dije.

- Pero solo lo parecemos, no lo somos.- dijo Aarón.

Llegamos al hotel donde nos habíamos instalado.

- La próxima vez que salgamos a dar una vuelta con mapa.- dije.

- Ahí le has dado.- dijo Aarón.

Pasada una semana, volvimos a Madrid.

- No mires hacia la izquierda.- dijo Aarón.

- ¿Qué pasa?- pregunté.

- Está María.- respondió.

Tragué saliva.

- No.- susurré.

- Tranquila.- dijo Aarón y me abrazó.

- No quiero encontrarme con ella.- dije.

- No pasa nada. Tú sonríe y camina rápido para llegar a casa.- dijo Aarón.

Narra Aarón:

Justo cuando Mireia y yo estábamos dando un paseo por Madrid después de haber vuelto de Asturias y estábamos felices, tenía que aparecer María para joder. No, madre mía, que oportuna es.

- Aarón.- escuché una voz por detrás de mi.

- No, por favor. Que no sea ella.- susurré.

Me giré.

Narra Mireia:

Al oír que alguien llamó a Aarón, desee que no fuese María, tragué saliva y me giré.

- Que sea otra persona.- susurré para mis adentros.

jueves, 1 de agosto de 2013


                             
                                  No es un adiós

                                              Capítulo 7

Me desperté y sentí a alguien muy cerca. Abrí poco a poco los ojos y allí estaba Mireia. Despierta y apoyada en mi. Al sentir que me incomparaba, se giró y se incorporó ella también. Me miró y sonrió. Yo también sonreí. Quería despertarme todas las mañanas y tenerla a mi lado.

- Creo que ya nos hemos conocido lo suficiente Mireia.- dije.

Mireia me besó. Me sorprendió y eso me encantaba.

- No hables, se lo que me vas a pedir y te digo que sí.- dijo ella.

- Entonces, ya estamos juntos y esto será mi mayor felicidad.- dije.

- Sí, y la mía. Cuando vayamos a Asturias te presentaré a mi familia.- dijo Mireia.

- Y cuando volvamos yo te presentaré a la mía- dije.

Ella sonrió y se apartó un mechón de la cara.

- Y por favor, que María no se interponga entre nosotros.- dijo ella.

- No será ni una molestia. En dos días ya se ha vuelto a Estados Unidos. La conozco.- dije.

Ella se levantó de la cama y empezó a tirarme del brazo mientras decía:

- Vamos a desayunar, tengo hambre.

Parecía una niña pequeña.

Pasada la semana, Mireia y yo hicimos la maleta y nos fuimos a Asturias.

- Estoy nerviosa.- dijo Mireia.

- Ya falta poco.- dije sonriendo y acariciándole la mejilla.
Al llegar, su familia la esperaba. Ella fue a abrazarles mientras yo recogía nuestras maletas. No quería molestar.

Narra Mireia:

- Os voy a presentar a alguien. Ha sido la persona que me ha hecho feliz durante todo este tiempo y me ha dado apoyo en Madrid. Nos conocemos desde hace tres semanas o así y salimos desde hace una semana.- dije.

Me acerqué a Aarón.

- Vamos, mi familia te quiere conocer.- dije.

- Me da vergüenza, Mireia.- dijo Aarón.

- Aarón, los tendrás que conocer alguna vez. Además, no vamos a estar mucho tiempo en Asturias, solo una semana y encima, la mayoría del tiempo vamos a estar trabajando y en reuniones con esa empresa. Ahora es el mejor momento.- dije.

- Venga, vamos.- dijo Aarón sin rechistar.

Presenté a Aarón a mi familia. Aarón parecía feliz. Les cayó a todos muy bien. A Aarón también le cayeron muy bien.

- ¿Dónde os vais a instalar?- preguntó mi madre de nombre Felisa.

- En un hotel que esté cercano donde vamos a tener que trabajar y donde tenemos las reuniones.- contesté.

- Si queréis os podéis quedar en casa.- dijo mi madre.

- No, mamá. No hace falta.- dije.

Aarón se mantuvo callado durante todo el trayecto hasta el hotel mientras que yo mantenía una conversación con mi hermana Laura.

Aarón y yo llegamos al hotel.

- Mira que cama más cómoda.- dije.

- Sí, cómoda para una cosa en concreto.- dijo Aarón riendo.

Empezamos a darnos besos y entre una cosa y la otra, la noche acabo en pasión y dulzura.

Por la mañana:

- Buenos días.- dijo Aarón.

Me dio un beso en la mejilla y se levantó a darse una ducha. Yo fui detrás de él y me metí en la ducha dándole un susto.

- Que susto me acabas de dar, Mireia. Pensaba que estabas dormida.- dijo Aarón.

- Pensabas eso, pero realmente estaba despierta.- dije.

- Siempre haciendo travesuras, Mireia.- dijo Aarón.

- Sí, pero mola más cuando las hacemos tú y yo juntos.- dije.

- ¿Quieres ahora?- preguntó Aarón.

- Si no quisiese, me hubiese quedado en la cama.- respondí.

Las gotas de sudor se juntaron con las gotas del agua. La pasión nos inundó a los dos.

miércoles, 31 de julio de 2013


                                 No es un adiós

                                                                       Capítulo 6 

- Me encanta, en serio. No podía ser un regalo mejor. Unos billetes de tren para ir a Asturias y encima, acompañada de ti.- dije sonriendo.

- Lo mejor para ti.- dijo Aarón.

Le besé. Sí, lo estaba deseando y creí que era el mejor momento.

- Gracias.- susurré.

Él sonrió.

- Bueno, Mireia, nos queda muy poco para terminar el anuncio y pronto podremos ir a Asturias y podremos ver a tu familia.- dijo Aarón sonriendo mientras que entraba en mi despacho.

Me acarició la mejilla y yo sonreí.

- Estoy deseando ir. Ha sido la mayor sorpresa que me has podido dar.- dije.

Nos pusimos a trabajar. Estaba nerviosa, quería ver a mi familia. Mientras que trabajamos, hablábamos.

- ¿Te has enamorado alguna vez?- preguntó Aarón.

- No. Esta es la primera vez.- contesté.

 - Me da miedo y vergüenza preguntarte esto.- dijo Aarón.

- Venga, pregúntamelo.- dije.

- ¿Tú… tú eres virgen?- preguntó Aarón susurrando y con la voz entrecortada.

Una lágrima rodó por mi mejilla. Aarón me la secó.

- Si no quieres contármelo, lo comprendo.- dijo Aarón.

- Si quiero… Pero es complicado de contar.- dije.

- Tomate el tiempo que necesites.- dijo Aarón.

Pensé: Él siempre tan comprensivo… Tan cariñoso…

- Bueno, pues una vez en mi barrio, allí en Asturias había un chico que siempre me estaba hablando y mirando. Siempre estaba detrás de mi. A mi no me gustaba. Yo no encontraba novio y ya tenía 18 años. Todas las chicas me miraban raro porque yo era la única virgen a esa edad y no me quedo otra que hacerlo con él. Y bueno, yo no quería, yo quería estar enamorada, pero bueno. Y desde entonces, voy a los bares y siempre me llevo un hombre a casa.- dije apenada.

Aarón me abrazó. Sentí su olor. Sentí el calor que me daba y el apoyo.

- Creo que tú tampoco lo eres.- dije.

- Has acertado.- dijo Aarón.

Alguien llamó a la puerta del despacho.

- ¿Sí?- preguntó Aarón.

Una mujer alta, joven, delgada y con el pelo moreno y liso entró en el despacho. Se quitó las gafas de sol y pude ver que sus ojos eran verdes. Miré a Aarón, su cara era un poema.

- Buenas, Aarón. Te veo muy bien acompañado. Venía a decirte que ya estoy en Madrid y bueno, he conseguido ser modelo. Lo he dejado con mi novio, el que fue un día mi amante cuando estuve contigo. Y quería saber como te iban las cosas, pero veo que lo nuestro no se va a poder retomar si está ella.- dijo la chica.

Yo la miré extrañada. Seguro que era María, por lo que hablaba tenía que ser ella.

- ¡Lo nuestro jamás se retomará! ¿Me ves con cara de retomar algo a lo que le puse un punto y final y pase página? ¿Te crees que volvería contigo para que me volvieses a hacer lo mismo? Vale que yo te descuidase, pero tú te pasaste. Podrías haberme dejado sin hacerme daño. Ahora, márchate. No quiero saber nada de ti. Y sí, estoy empezando algo con ella.- dijo Aarón cabreado y echó a esa chica del despacho.

- Bueno, cuando se pueda hablo contigo.- dijo la chica.

- Si me disculpas, Mireia. No quiero seguir trabajando. Otro día será. Me voy a mi casa.- dijo Aarón.

- Voy contigo. Recojo esto y voy.- dije.

- No te preocupes.- dijo Aarón.

- Aarón, era María. Lo sé. Por lo que hablasteis tiene que ser ella y se que estás mal. No te voy a dejar solo.- dije.

- Muchas gracias. Lo agradezco.- dijo Aarón.

Sonreí.

Narra Aarón:

Al ver a María después de tanto tiempo y que me dijese aquello me había puesto de mal humor, pero como siempre, Mireia me calmaba y me daba apoyo. Era tan buena.

Volví a casa acompañada de Mireia. Ella se quedó conmigo durante toda la noche. No hicimos nada. Los dos solo queríamos descansar. Solo eso.

martes, 30 de julio de 2013



                                                      No es un adiós

                                               Capítulo 5

Narra Aarón:

Sentí como Mireia me abrazaba. Me sequé las lágrimas que recorrían mi rostro y las que salían por mis ojos. Abracé a Mireia. La di un beso en la mejilla y la susurré al oído:

- Pero ahora te he conocido a ti y estoy mucho mejor.

Mireia sonrió. Yo la abracé más fuerte. Nos quedamos así por un buen rato. No queríamos separarnos. Éramos felices así.

Narra Mireia:

Estar a su lado, me hacía un poco más feliz. Sus abrazos me hacían más fuerte. Sonreía cada vez que le veía. Creo que esto que estoy experimentando se llama amor. Y él, es el primer amor de mi vida. Sí, tengo 24 años y ahora, estoy experimentando el primer amor de mi vida. Aarón ya lo ha experimentado con María, según lo que me ha contado.

Narra Aarón:

Llegué a casa y me tumbé en el sofá. Estaba empezando a experimentar el segundo amor de mi vida. Después de sufrir en el primero y que las cosas no saliesen como yo quería, me estaba volviendo a enamorar y con Mireia me esforzaré más. Quiero que con ella salgan mejor las cosas.

Entré en el despacho de Mireia.

- Hoy nos va a tocar trabajar hasta tarde, pero lo bueno es que trabajaremos juntos.- dije.

Mireia sonrió.

- ¿Y qué tenemos que hacer?- preguntó ella.

- Tenemos que organizar como vamos a presentar el anuncio ante la empresa asturiana.- dije.

- ¿La empresa es asturiana?- preguntó Mireia.

- Sí, ¿y sabes que es lo mejor de todo?- pregunté.

- No lo sé.- dijo ella con cara de asombro.

- ¡Qué dentro de unas semanas iremos a ver a tu familia allí!- exclamé.

Mireia sonrió y empezó a saltar de la emoción.

- ¡Voy a contarle todo a mi madre!- exclamó ella y se fue a llamarla.

- No tardes mucho, tenemos que trabajar.- dije.

Pronto volvió Mireia con una gran sonrisa en la cara.

- Mi madre se ha alegrado mucho. Están todos deseando verme.- dijo ella con un tono de alegría.

La di un abrazo.

- Bueno, ahora a trabajar.- dije.

Narra Mireia:

Llegué a casa acompañada de Aarón. Se despidió de mi. Mañana teníamos una cita ya que no trabajábamos. Era nuestro día libre. Le di de comer a Bel y me acosté.

- Buenos días.- dijo Aarón mientras que yo abría la puerta.

Cerré un poco la puerta.

- ¿Qué pasa?- preguntó Aarón.

- Es que me acabo de levantar y tengo unas pintas.- respondí.

- No pasa nada. Cuando estemos juntos y me levante por las mañanas, te veré así y no pasará nada.- dijo Aarón con una gran sonrisa en la cara.

Me dio un beso en la mejilla.

Pensé: Que mono que es.

- Tengo que sacar a Bel. Lleva bastante días sin salir y la pobrecita parece estresada.- dije.

- Pues se saca a Bel, no pasa nada. Tenemos todo el día.- dijo Aarón.

Pensé: Es muy comprensivo, atento, cariñoso… Me encanta como es.

Salimos a pasear a Bel.

- Te traje una cosita.- dijo Aarón.

- ¿El qué?- pregunté.

- Esto.- contestó Aarón y me dio una cajita envuelta.

Le pasé la correa de Bel y me dispuse a abrir el regalo.

- No tendrías que haberte molestado.- dije asombrada.

- No ha sido nada.-dijo Aarón.

- Me encanta que me hayas regalado esto.- dije.

- Y a mi me encanta que dentro de una semana vayas a ver de nuevo a tu familia.

lunes, 29 de julio de 2013



                                     No es un adiós

                                                   Capítulo 4

- No, Susana, no pasa nada.

Pensé: Joder, Susana, que momento has escogido para venir.

- ¿Qué quieres?- pregunté intentando ser amable.

- Solo te traía mejor material para cuando vayas a hacer fotos.- contestó Susana.

Sonreí.

- Muchas gracias, Susana.- dije.

- Bueno, esta noche a mi casa, eh Mireia. Ya sabes. El trabajo.- dijo Aarón.

Me quedé sorprendida. ¿De qué hablaba? De todas formas, esta noche me pasaría por su casa. Tenía curiosidad.

Por la noche:

Llamé a la casa de Aarón. Estaba nerviosa. Me había puesto un vestido floral de verano ya que empezaba a hacer calor y unos tacones, lo suficientemente altos para llegarle.

- Buenas.- dijo Aarón al verme.

Nos dimos dos besos en la mejilla.

- Te quería invitar a cenar, pero apareció Susana y bueno, te lo dije como pude. No quería que sospechara nada.- dijo Aarón.

- No pasa.- dije sonriendo.

- Estás preciosa.- dijo Aarón.

- Gracias.- dije poniéndome roja.

- Bueno, vamos a hacer las cosas bien. Creo que los dos tenemos el mismo sentimiento hacia el otro. Vamos a ir poco a poco. Conociéndonos. Teniendo citas y bueno, esta mañana nos hemos quedado a medias en algo.- dijo Aarón mientras que se acercaba a mi lentamente.

Sus labios estaban muy cerca de los míos. Esos labios tentadores. Teníamos ganas de besarnos y ahora, nada ni nadie podía interrumpirnos. Me acerqué un poco más a él. Le miré a los ojos, esos preciosos ojos azules. Sentí su respiración. Él me miró a los ojos. Sonreí. El sonrió. Nos besamos. Nuestros labios por fin juntos. Sonrisa sobre sonrisa. Felicidad para los dos.

- ¡Qué rico está todo!- exclamé.

- ¿Te gusta?- preguntó Aarón.

- Me encanta.- respondí.

- Gracias, lo he cocinado todo yo.- dijo Aarón.

- Pues cocinas de maravilla.- dije.

- Es lo que tiene vivir solo.- dijo Aarón.

Sonreí.

- En cambio yo, no se ni hacer un huevo frito. Me alimento de bocadillos y la comida de la empresa y restaurantes.- dije.

- Pues cuando quieras, para no gastar mucho dinero. Vente a mi casa a comer o cenar o lo que quieras. Estás invitada.- dijo Aarón.

- Oh, muchísimas gracias Aarón.- dije y me levanté a darle un abrazo.

Al darle el abrazo sentí su respiración y su aroma. Su dulce aroma.

Estaba en mi despacho, cuando de pronto entró Aarón.

- ¡Tengo buenas noticias!- exclamó.

Yo le miré extrañada.

- Nos han dado el día libre. Así que venga. Hoy no trabajamos. Nos vamos a comer por ahí. Te voy a llevar a un restaurante que hace una comida estupenda.- dijo Aarón.

- ¡Qué bien! Pero antes tengo que pasar por casa a dejar estos papeles y estas carpetas. Además, tengo que coger el móvil que esta mañana me lo he dejado en casa.- dije.

Aarón me acompañó hasta casa. Cogí lo que le dije y fuimos al restaurante.

- ¿Y por qué has querido invitarme a comer?- pregunté.

- Porque como dijiste que no sabías cocinar y que comías la comida de la empresa y restaurantes, pues pensé que sería la misma comida casi todos los días, así que quería que comieses algo diferente.- contestó Aarón.

- Pues muchas gracias.- dije sonriendo.

Al terminar de comer, fuimos a dar una vuelta por Madrid. Íbamos agarrados de la mano. A mi temblaba el pulso. Estaba tan cerca de él.

Una pregunta rondaba por mi cabeza… Tenía miedo a decirla, pero debía.

- ¿Por qué tienes tanto miedo del amor? ¿Qué paso?- pregunté susurrando.

- Yo… tengo miedo a decirlo. Creo que ya lo tengo superado y tengo que decirlo en alto. Mi antigua novia, María, ese es su nombre. Decidió irse a Estados Unidos a trabajar como modelo. En un principio yo iba a ir con ella, pero ella insistió en que no. Que ella quería ir sola para ver como se las apañaba y que yo me quedase aquí trabajando, es decir, interpuso el trabajo entre nosotros dos… Pero cuando me insistió en que no fuese con ella, no era solo por el trabajo. Sino que allí la esperaba su amante desde hacía un año. Yo fui un tonto y la descuidé por el trabajo y a ella no le quedó otra que buscarse a otro y en vez de dejarme sin decirme que tenía un amante aquí en España, que hubiese ido lo mejor, se fue a Estados Unidos y cuando fui a visitarla una vez porque ella no venía y yo me había dado cuenta de que la había perdido, los encontré en casa de María viviendo juntos y ella me dejó. Lo único que pude hacer es buscarme un hotel para al día siguiente volver y bueno, me ha costado mucho recuperarme de todo eso…- dijo Aarón.

Unas cuantas lágrimas recorrieron su rostro. Le abracé fuertemente para que sintiese mi apoyo.

domingo, 28 de julio de 2013



                               No es un adiós

                                                            Capítulo 3 

- ¿Aarón?- preguntó ella.

- Sí, si tengo champú, pasa.- respondí con la voz un poco entrecortada.

Narra Mireia:

Sí, ha colado lo del champú.

- ¡Qué casa más bonita!-exclamé.

Aarón sonrió y pronto trajo el champú.

Aarón se colocó detrás de mi, se acercó a mi oído y me susurró delicadamente:

- Se que no has venido a por champú.

Me quedé callada y tragué saliva.

- Quieres algo más ya que el otro día volviste sola a casa.- dijo él todavía susurrando.

¿Cómo sabía que había vuelto sola a casa? ¿Me espiaba?

- No es verdad.- dije yo intimidada por tener su boca tan cerca.

- No mientas.- dijo Aarón mientras pasaba su mano por mi cintura.

Noté su respiración en mi cuello, le tenía muy cerca. Sus labios rozaron mi cuello. Las yemas de sus dedos estaban presionadas contra mi espalda. Me temblaban las piernas. No se como podía seguir en pie.

Pensé: esto me pasa por venir a pedir ‘champú.’

Narra Mireia:

Menos mal que me fui, no quería hacer nada de lo que me pudiese arrepentir.

A la mañana siguiente:

- Buenos días.- dije entrando en la oficina.

Aarón me guiñó un ojo.

- Buenos días, señorita Mireia- me dijo Susana, una compañera de trabajo.

El resto de compañeros me saludaron.

Sonreí y me dirigí a mi despacho.

Pasado un rato, Aarón entró en mi despacho y me dijo en un susurro:

- Ya no te volverán a escribir cartas.

Me quedé alucinada. ¿Cómo sabía él eso? Seguro que él era el de las cartas.

- ¿Y cómo sabes tú que me mandan cartas?- pregunté.

- Porque yo soy el de las cartas, bueno, el de la carta.- contestó Aarón.

- ¿Así que tú eres el que está loco por mi y que le han hecho mucho daño en el amor?- pregunté.

- Sí.- respondió

Sus labios se acercaron a los míos mientras que me miraba fijamente a los ojos.

Estábamos tan cerca… Creo que los dos lo deseábamos. Deseábamos besarnos.

Narra Aarón:

Ya no podía más. Tenía que besarla. Quería hacerlo. Lo estaba deseando. Ella también. Lo sentía. Tenía que hacerlo.

Narra Mireia:

Estaba impaciente… Quería que me besara ya.

- ¡Bésame ya!- exclamé.

Aarón sonrió.

- No aguanto más.- le susurré al oído.

- Oh, perdonad. No quería interrumpir nada.- dijo una voz aguda.

sábado, 27 de julio de 2013


                                 No es un adiós
                     

                                                     Capítulo 2

- Cuando una mujer se sienta a tu lado y no pide nada, está esperando a que la invites a algo. ¿Qué pasa? ¿Tú no me vas a invitar?

Me quedé callado. Ella sonrió.

- Oh, lo siento.- dije.

Llamé al de la barra.

- Un vodka para la señorita.- dije.

Ella sonrió.

- Así me gusta.- dijo.

Narra Mireia:

Volví a mi casa sin acompañante y con unas cuantas copas de más. Creo que al estar presente Aarón no me pude traer ningún hombre a casa.

Narra Aarón:

Volví con un gran dolor de cabeza a casa y solo… Era la primera vez que volvía a casa después de estar en un bar, solo. Seguro que Mireia me cortó el rollo y no pude ligar con ninguna mujer.

Narra Mireia:

Me desperté con un dolor de cabeza… Seguro que fue por todo lo que bebí ayer. Bajé al portal para ver si a partir de ahora mi correo llegaba hasta aquí. A parte de una carta del banco avisándome que tendría que pagar la hipoteca a partir del 1 de mayo y que tendría una semana para pagar. Si me retraso me cobran un poco más. Y propaganda, no encontré nada.

- Toma, esta carta ha llegado por equivocación a mi buzón, es tuya.- dijo una voz a mis espaldas.

Me giré y me encontré con una señora de unos 40 o 50 años con el pelo algo canoso y con los ojos marrones. Tenía una sonrisa en el rostro.

- Oh, gracias.- dije sonriendo.

Leí el ‘título’ de la carta:

‘Para mi querida Mireia, ayer estabas muy guapa…’

Me quedé asombrada.

Subí a mi piso y lo primero que hice fue abrir la carta, comencé a leer:

‘Querida Mireia:

Desde que te vi tu sonrisa me deslumbró y me encanta verla. Así que, no dejes de sonreír. Tus ojos azules son preciosos… No sé que más decir porque no soy bueno escribiendo este tipo de cartas. Creo que nunca he sido ni seré romántico. Lo que yo te quiero trasmitir es que me gustas, que siento algo por ti. Tampoco se el que porque te conozco desde hace poco. Y con esto, ya te puedes ir haciendo una idea de quien soy… Tengo miedo de lo que pueda ocurrir entre nosotros porque la verdad a mi me han hecho mucho daño en esto del amor…

Te seguiré escribiendo.

                                       Anónimo.’

Me quedé flipando, sí, flipando. No me esperaba recibir una carta así.

¿Y si la carta era de Aarón? Hay dios mío, si es de él me muero. ¿Pero qué dices Mireia? Estás loca. No te hagas ilusiones. ¿Pero qué ilusiones? Si no me gusta. Ay, Mireia vete a por un perro que te haga compañía que sino te vas a volver loca…

- Me gusta ese.- dije señalando un cachorro de color canela.

- Es una mezcla, creemos que es entre un labrador y otro perro que no sabemos, así que crecerá bastante.- dijo un chico.

Asentí y sonreí.

Le hicieron una revisión. Di el dinero que eran unos 15 euros ya que estaba adoptando y me dieron varios papeles para la adopción.

Narra Aarón:

Bajando las escaleras me choqué con alguien y no pudo ser otra que Mireia.

- Siempre nos chocamos, eh. Nos atraemos.- dijo Mireia riendo.

Oí a un perro sollozar.

- Eh, tranquilo.- dijo Mireia acariciándolo.

- ¿Es tu perro?- pregunté.

- Sí, es hembra y se llama Bel. Lo acabo de adoptar.- dijo con una gran sonrisa en el rostro.

Agarré una carta que se le había caído. Leí el título, tragué saliva y me quedé sin aire por un momento.

- Ah, esa carta es mía.- dijo Mireia.

Se la di.

- Por cierto, ¿tú tienes idea de quién me podría haber mandando esta carta?- preguntó Mireia sonriendo.

- No, no tengo ni idea.- contesté con la voz entrecortada.

Narra Mireia:

Entré en mi piso y le puse comida a Bel mientras pensaba en mi encontronazo con Aarón en las escaleras. Joder, se comportó raro. Seguro que la carta es de él. Bajé al portal y abrí el buzón. No había ninguna carta. Claro, Mireia, no hay nada porque no se va a poner a escribir como un loco el que te la ha mandando y te va a mandar dos en un día… Es que eres tontita.

Narra Aarón:

Iba caminando por las calles de Madrid. Sin rumbo. Algunas lágrimas caían por mi rostro. Otra vez de nuevo esta sensación. De nuevo enamorándome. No. No quiero. Eres imbécil, Aarón. De nuevo he caído y seguro que yo a ella no le gusto y si le gusto, acabará marchándose a otro lugar y me dejará solo. Volveré a sufrir. A llorar. A buscarla sin encontrarla. Tengo miedo. No creo que nada de lo que pueda tener con ella salga bien… Dos lágrimas se deslizaron por mi rostro. Pronto las demás las siguieron. Encendí un cigarro como pude porque las lágrimas me nublaban la vista.

Narra Mireia:

Lo único de lo que tenía ganas era de salir a buscar a Aarón porque no estaba en su casa, pero esperaría a que llegase a casa. Pasados unos 10 o 15 minutos, oí a alguien subir por la escalera y miré por la mirilla. ¡Era Aarón! Pero porque te ilusionas tanto Mireia… Entró en su piso. ¿Pero qué hago? ¿Le estoy espiando?

Narra Aarón:

Al pasar por la puerta de Mireia, me quedé mirándola un poco, pero pronto entré en mi piso.
Pasados unos minutos, alguien llamó a la puerta. Abrí y allí estaba, ella, con su gran sonrisa, con sus preciosos ojos azules…

- Hola, ¿tienes champú?- preguntó ella.

No sabía que responder. Me quedé sin habla. Solo la miré.

viernes, 26 de julio de 2013


                                              No es un adiós
                       
                     Capítulo 1

Me monté en el coche y puse un disco cualquiera que había por ahí tirado. Empezó a sonar Feel this moment de Pitbull y Christina Aguilera. Arranqué el coche y me dirigí hacia la salida del pueblo. Iba camino de Madrid. Me iba de Asturias a Madrid, solo por trabajo. Dejaba atrás a toda mi familia y amigos en mi pueblo para enfrentarme a una etapa en la que viviría sola. Con apenas 24 años me iba del lugar al que pertenecía para ir a otro total desconocido. No sabía lo que me esperaba, pero estaba ilusionada. Empezó a sonar I need your love de Calvin Harris. Y empecé a tararear la canción: ‘I need your love, I need your time. When everything’s wrong, you make it right. I feel so high. I come alive.’Llegué a Madrid. Era una ciudad preciosa. Estaba entusiasmada. Subí mis cosas al piso que la empresa me había asignado. Ellos me lo habían comprado, pero tenía que pagar una hipoteca.

- ¡Eh, mira por donde vas!- le grité a un chico rubio con ojos azules y un poco más alto que yo.

- A mi no me grites así.- me dijo él con un tono seco.

- Al menos, podrías ayudarme a recoger las cosas que se me han caído.- dije.

Él se agachó a recoger varios libros que se me habían caído.

- ¿Te acabas de mudar?- me preguntó.

- Sí.- respondí.

Sonrió. Su sonrisa era deslumbrante.

- ¿Y por qué te has mudado?- preguntó el chico.

- Por trabajo. Vengo de Asturias, me llamo Mireia.- dije sonriendo y estrechándole la mano.

- Ah, encantado. Yo me llamo Aarón.- dijo sonriendo.

Me perdí en sus ojos.

- ¿Mireia? ¿Estás?- preguntó Aarón.

- Sí, sí.- dije sonrojada.

- ¿Quieres que te ayude con el resto?- preguntó Aarón.

- Sí, por favor. Estas cajas pesan mucho.- contesté.

Bajamos a donde estaba mi coche.

- Solo he traído una mesa, unas sillas y varios objetos para decorar. Ahora viene la furgoneta.- dije.

- Vale, cuando venga me avisas y te ayudo. Vivo en frente tuya.- dijo Aarón.

¿Vivía en frente de mi? ¿Era mi vecino? Me quedé flipando.

Llegó la furgoneta y unas cuantas personas me subieron las cosas a mi piso con mi ayuda y la de Aarón.

- Bueno, si necesitas algo. Ya sabes donde estoy.- dijo Aarón y me dio un beso en la mejilla para despedirse.

Me sonrojé y sonreí.

- Vale, gracias.- dije con la voz entrecortada.

Narra Aarón:

Esta chica es increíble. Es guapa, lista, educada aunque al principio parecía borde. Me encanta que sea mi nueva vecina.

Narra Mireia:

Me encanta que este chico sea mi nuevo vecino. Me produce buenas sensaciones.

Por la mañana:

- Mierda, no me ha sonado el despertador. ¡Llego tarde y es mi primer día de trabajo!- grité desesperada.

Hablo sola, bien, Mireia. No hay nadie en esta casa y hablas sola… Me tengo que comprar un perro para no sentirme tan sola.- pensé.

En 20 minutos estaba lista. Me monté en el coche y me dirigí al trabajo.

- Señorita Mireia llega tarde.- dijo una voz que me resultó conocida.

Me giré y… ¡era Aarón! ¡No me lo podía creer! ¿Qué hacía él aquí?

- Lo… lo siento.- dije tímidamente.

Aarón levantó la cabeza y se quedó tan asombrado como yo.

- ¿Tú eres la nueva empleada?- preguntó Aarón susurrando.

- Sí.- contesté.

- Pues bienvenida y por cierto, que sea la última vez que llegas tarde.- dijo Aarón.

Agaché la cabeza avergonzada.

- Lo siento, el despertador no sonó.- dije susurrando.

Aarón rozó las yemas de sus dedos contra mi mejilla y después me dio un beso.

- Yo seré tu jefe. Tú serás la fotógrafa y yo el director que controla que hagas bien el trabajo, pero recuerda: yo te podré pasar algunas, pero por encima de mi está el jefe de verdad y ese ya si que no te pasará ninguna.- dijo Aarón.

Asentí y me dirigí al despacho que Aarón me asigno. Era amplio y muy luminoso.

Pasado un rato, Aarón entró en mi despacho.

- Toma, tu primer encargo. Tienes que ir a hacer algunas fotos de pruebas para que te tengamos confianza.- dijo Aarón guiñándome el ojo.

Me quedé asombrada. Parecía que le gustaba.

Asentí.

Salí a la calle e hice algunas fotos a algunos pájaros, personas, a algunos árboles y al final, acabé en un parque que tenía un gran lago. Le llaman El Retiro. Lo conocía de haberlo visto en fotos, pero verlo en persona te hacía apreciar más su belleza. Hice unas cuantas fotos más que me parecieron preciosas y volví. Tardé en volver porque me fui lejos. Tuve que coger un taxi. Menos mal que llevaba dinero.

Entré en el despacho de Aarón.

- Hola, ya he hecho las fotos. Casi me pierdo. Toma.- dije sonriendo.

Aarón las miró.

- Menos mal que no te has perdido. Bueno, están bastante bien y eso que no tenías muy bien material.- dijo Aarón con una gran sonrisa en la cara.

Me senté en la silla. Mi mano rozó la suya sin querer. Mi corazón se aceleró y me sonrojé. Parecí idiota.

Aarón y yo nos quedamos un rato mirando a los ojos.

- Bueno, usted por hoy ya ha acabado el trabajo aquí, puede marcharse.- dijo Aarón.

- Vale, gracias. No hace falta que me trate de usted.- dije.

- Me gusta tratarte de usted.- dijo Aarón sonriendo.

Pensé: No, Aarón deja de sonreír que me muero.

- ¡Qué cansada estoy!- exclamé al llegar a casa.

Bien, Mireia ya estás hablando sola de nuevo… La manía de entrar en casa quejándome y creyendo que hay alguien, pero que vivas sola…

Llamé a mi madre y le conté todo. Desde que llegué hasta este preciso momento.

- Mireia, ten cuidado con ese chico…- dijo mi madre.

- Mamá, es mi jefe y mi vecino y es majo.-dije.

- Pero, recuerda que una simples palabras te pueden hacer mucho daño. No te ilusiones..- dijo mi madre.

- Sí, mamá. Pesada, adiós.- dije y colgué rápidamente.

No me gustaba que mi madre me diese este tipo de consejos. Se ponía muy pesada. Ay, Valeria cuando te pones pesada…

Narra Aarón:

Estaba en la barra tomando un vodka como siempre hacía. Hoy seguro que otra mujer acababa en mi cama. No me quedaba otra. Después de que María me dejase para irse a Estados Unidos para cumplir su sueño de ser modelo, no me quedó otra que ir de mujer en mujer para satisfacer mis necesidades porque eso es lo único que hacía. Una vez me prometí que no me volvería a enamorar. ¿Para qué? Eso no servía.

Y de pronto, allí estaba. Mireia con sus ojos azules y su gran melena ondulada de color marrón. Ella desde un principio me pareció atractiva. Creo que hoy ella será la que acabe en mi cama.

- Hola.- me dijo ella.

- Hola.- la dije guiñando un ojo.

- ¿Qué te cuentas?- me preguntó ella.

- Nada, aquí. Tomando algo ya que mañana no hay trabajo. ¿Tú?- respondí.

Ella sonrío.

- Vengo a hacer lo mismo, a tomar algo y despejarme.- dijo.

Me encantaba cuando sonreía.

Asentí.

Ella se acercó a mi oído, sus labios rozaron mi oído, me estremecí y ella me susurró:

miércoles, 17 de julio de 2013


                          Es inevitable
                 
                                      Capítulo 31

- De morir.- pronunció al fin Marc.

- Lo extraño es que no te hayas desmayado antes.- dijo mi madre entre lágrimas.

Yo no podía pronunciar palabra. ¿Me iba a morir? No, ahora no. No quiero morir ahora. Ya estaba saliendo de esta mierda y me tenía que tocar esto.

- Marc nos contó lo del cementerio. Muy bien.- dijo Cristina con algunas lágrimas en los ojos.

No pude ni siquiera sonreír.

Marc me abrazó fuertemente. Yo también le abracé.

- David, ven aquí.- dije al fin.

David se acercó sin decir nada.

- No me voy a ir, pequeño. Voy a salir de esto, no llores.- dije.

David siguió callado. Le abracé.

- Ya verás como me pongo bien y podremos jugar y ver al Depor, ¿sí?- dije.

David me abrazó mientras algunas lágrimas caían por su rostro. Se las sequé.

- Ponte buena, Adriana, por favor.- dijo David susurrando.

Le abracé más fuerte.

Vino el doctor y me dije que descansase.

Todos se fueron, excepto, Marc y mi madre que se quedaron conmigo. Marc me tenía cogida de la mano. Me encontraba mal y le dije débilmente a Marc:

- Marc, llama al doctor, no me encuentro muy bien.

- Voy yo.- dijo Marc mirando a mi madre y lléndose rápido.

Mi madre se quedó conmigo. Me agarró la mano. Empecé a cerrar los ojos.

- No cierres los ojos, hija. Aguanta.- dijo mi madre.

Intenté mantener los ojos abiertos hasta que llegase el doctor. Marc vino con el doctor. Sonreí al verle. Marc me agarró la otra mano que tenía suelta.

- Ya no hay nada que hacer. Despídanse de ella.- dijo el doctor.

Yo no entendía nada. Llegaron Cristina, David, mi padre, Paola e Iker. Todos lloraban. Por mi rostro también caían algunas lágrimas.

- Te quiero, hermana. Te quiero mucho.- dijo David.

Marc me besó la mano. Cada vez estaba más mareada y veía más borroso.

- Adriana, te quiero.- dijo Paola mientras me abrazaba. No fue un abrazo muy fuerte.

- Te queremos.- dijeron mis padres al unísono.

Cristina me besó las cicatrices y me dijo llorando:

- Lo intentaste. Estabas a punto de salir, pero a veces las cosas no salen bien. Te quiero.

Iker me dio un beso en la mejilla. Era el turno de Marc, me dio un beso en los labios. Su último beso. Cada vez veía más borroso y me sentía más débil. ¿Estaba muriendo?

- No se lo que me pasa, creo que estoy muriendo. Casi no tengo fuerzas para hablar, lo podéis notar en mi voz. Solo quiero que sigáis vuestras vidas y que yo estaré bien. Creo que iré donde esta el tío y la abuela. Os quiero.- dije.

Tras pronunciar esas palabras, Marc me agarró más fuerte la mano y sentí como mi cabeza se iba. Oí un pitido. ¿Mi corazón estaba fallando? Yo no quería irme de aquí. Los médicos vinieron. Intentaban reanimarme. ¿Por qué no lo intentaron antes? ¿Por qué aquel médico dijo que no había nada que hacer y estos médicos intentaban reanimarme?

- Apártense.- dijo una enfermera.

- Todavía hay una oportunidad.- dijo otra enfermera.

- ¿Y por qué no lo habéis intentado antes?- gritó desesperada mi madre.

Las enfermeras los echaban poco a poco de la habitación.

- Marc, haz tu vida. Quiero verte feliz.- dije débilmente.

- Adriana, no malgastes fuerzas, resérvelas para salir de eso.- gritó Marc desde fuera de la habitación.

Las enfermeras les hicieron guardar silencio.

Cada vez me sentía más muerta. Oí otra vez ese pitido. ¿Me estaba muriendo? ¿Me estaba yendo? Fuera de la habitación, todos lloraban. No podía ver a David así. Quería levantarme, pero los médicos y el dolor me lo impedían.

- Adriana, ¿me oyes?- preguntó un médico.

Asentí.

- ¿Puedes decirlo?- preguntó el mismo médico.

- Sí.- contesté débilmente.

- Cada vez su corazón late más fuerte.- dijo otro médico.

Sonreí.

Otra vez el pitido y esta vez permaneció durante un rato. Ya no oía nada, tampoco veía. Sentía que flotaba. Mi cabeza ya no daba vueltas. El pitido había desaparecido. Pasado un rato, escuché unos lamentos y a gente llorando, pero sonaba muy lejano. ¿Eran mi familia, mis amigos y mi novio? ¿Yo estaba muerta?  ¿Eran ellos los que lloraban y se lamentaban? Alguien posó la mano sobre mi hombre. Me giré y vi que era mi tío. Sonreí.

- Vamos, te voy a llevar con los ángeles.- dijo.

Sonreí. Empecé a caminar agarrada de su mano.

- ¿Esos que lloran son mi familia, amigos y Marc?- pregunté.

- Sí.- respondió mi tío.

- ¿Lloran porque yo estoy muerta?- pregunté.

- Sí, lloran y se lamentan como tú el día que yo me había ido, pero ellos no se hacen daño como tú. - contestó mi tío.

- ¿No hay alguna manera de decirles que yo estaré bien, que no se preocupen, que sigan adelante y que no se hagan daño?- pregunté.

- No, no hay ninguna.- respondió mi tío apenado.

Yo le miré apenada. Pensé que les cuidaría desde el cielo y les mandaría fuerzas.
Mi tío me agarró más fuerte la mano.

- Les cuidaré desde el cielo.- dije.

- Me parece bien.- dijo mi tío sonriendo.

Vi a mi abuela y me abracé a ella. Llevaba tanto tiempo sin verla…

Narra Marc:

Llegué a la tumba de Adriana. Venía solo como todos los viernes al salir del colegio. Dejé la mochila.

- Adriana, han pasado ya dos años de tu muerte y yo sigo siendo fuerte. Como ves mis brazos no tienen ni un rasguño y nunca lo han tenido. Espero que estés bien junto con tu tío y tu abuela. Todavía me acuerdo de cuando te di el último beso, fue cuando estabas muriendo. También, recuerdo tus palabras. Todas las que nos dijiste y cada gesto que hiciste. También, te recuerdo sonriendo. Ese es mi recuerdo favorito. Recuerdo todos nuestros momentos, tanto buenos como malos. Todos nuestros besos y abrazos. Todavía no he encontrado a una chica con la que salir que sea como tú y creo que jamás la encontraré. No hay nadie como tú, pero si habrá alguna chica parecida y podré ser feliz junto a ella.- dije.

Sonreí.

- El próximo viernes, vengo. Este viernes es tu cumple, ya haces 18 años. Que grande te estás haciendo.- dije.

Besé la tumba y dejé las dos rosas que a ella siempre le traía su tío por su cumpleaños.

- Este viernes, te traigo dos más.- dije.

                            Es inevitable

                                                               Capítulo 30

Narra Adriana:

Hablar con Marc siempre me venía bien y encima, me encantaba. Su voz siempre me reconfortaba. En este momento, sentí que podía ser fuerte y sentí, que lo tenía que hacer por todas las personas que me querían. Sí, tenía apoyo aunque a veces yo no lo sentía. Sonreí. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro, rápidamente me las sequé y me limpié la cara.

Pasó la semana de vacaciones familiares. Tanto como para Iker, Paola, Marc y yo. En Galicia me lo pasé muy bien. Fuimos a Santiago de Compostela, a Riazor… Sí, por primera vez en mi vida pisé Riazor y pude ver el estadio de mi equipo. También, visitamos algunos pueblos, fuimos a la playa, a algunos ríos, visité un poco de Portugal, cuando estuvimos en Portugal, me sentí cerca de Marc.

Volvimos a Madrid. Me bajé del coche y me dirigí a casa de Marc, pero por el camino me encontré a Marc. Nada más verle, empecé correr hacia a él y él hacia a mi. Le abracé fuerte. Él a mi también. No quería soltarme. Quería estar así para siempre. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro.

- Te he echado de menos.- le dije susurrando al oído.

- Yo también.- dijo Marc susurrándome al oído.

Le planté un beso en la boca.

- También eché de menos tus besos.- dijo Marc.

Sonreí.

- Yo también.- dije.

Le agarré de la mano y caminamos hacia su casa. Simplemente con el roce de su mano contra la mía, ya era feliz. Cada vez que estaba con él, temblaba un poco, pero en seguida me reconfortaba. Al verle, siempre una sonrisa involuntaria salía de mi y eso me encantaba.

- Te quiero tanto.- le susurré a Marc.

Marc me miró, sonrió y dijo:

- Yo te quiero más.

Lo dijo susurrando.

Yo le miré fijamente a los ojos. Me perdí en sus ojos verdes. Me quedé embobada mirándolos, pero finalmente dije:

- Da igual quien quiera a quien más. Da igual.

Marc sonrió.

Llegamos a su casa. Allí estaban sus padres. Abracé a su madre. Yo me llevaba muy bien con su madre, María.

- ¿Qué tal va el embarazo?- pregunté.

- Muy bien.- respondió María.

Sonreí.

- Me alegro.- dije.

Marc rozó las yemas de sus dedos contra mi venda. Pronto notó mi cicatriz. Ya estaba bastante curada. Llevaba una semana sin hacerme daño. David ya me había perdonado y yo seguía cumpliendo la promesa poco a poco, pero mi corazón estaba dolido por la perdida de mi tío.

- ¿Quieres ir al cementerio?- preguntó Marc en un tono de voz muy bajo, casi un susurro.

- Sí.- dije débilmente.

Al llegar al cementerio fuimos a la tumba de mi tío. Yo llevaba dos rosas. Como las que él me traía todos los días por mi cumpleaños. Este año no recibiría esas rosas. Tampoco recibiría un abrazo suyo. Su pérdida me dolía mucho. Marc me pasó un brazo por la espalda y me atrajo hacia él sujetándome porque estaba temblando. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro. Menos mal que hoy no me pinté los ojos. Me separé un poco de Marc y dejé las rosas encima de la tumba. Volví a la misma posición de antes. Me quedé mirando la tumba de mi tío. Saqué todas las cuchillas que traía conmigo.

- ¿Qué haces?- preguntó Marc.

No respondí.

Hicé un agujero en el suelo con las manos y enterré las cuchillas ahí mientras susurraba:

- Aquí acaba una etapa de mi vida. Aquí dejo todo el dolor. Aquí dejo todos los recuerdos malos. Aquí dejo la depresión. Aquí dejo todas las cicatrices. Aquí dejo todos los cortes. Aquí dejo toda la sangre derramada por mis brazos. Aquí dejo todas las lágrimas derramadas por tristeza. Aquí dejo estas cuchillas que me impiden seguir adelante. Aquí empiezo una nueva etapa de mi vida junto con mis amigos, familiares y mi novio. Aquí le digo adiós a mi tío, pero no es un adiós, es un hasta luego porque se que nos volveremos a ver, pero tanto él como yo esperamos que sea dentro de mucho tiempo. Vendré a verte tío. Aunque solo venga a ver la tumba.

Cerré el agujero y me levanté, besé la tumba de mi tío.

- Estoy orgulloso de ti.- dijo Marc mientras que me daba un beso en la mejilla.

Sonrió. Yo también sonreí.

Por el camino a casa, temblaba demasiado y no entendía por qué. Mi mente se nubló. Mis ojos también. No veía nada. Casi no oía. Lo último que oí fue a Marc decir:

- ¿Qué te pasa, Adriana?

Pronto caí al suelo y me di un buen golpe en la cabeza. Creo que me desmayé. Después, abrí un poco los ojos, pero seguía viendo nublado, oí una sirena y una voz diciendo:

- No, no cierres los ojos.

Pero mis ojos se cerraron. Me sentía mareada. Necesitaba descansar.

Volví a despertar, pero esta vez la cabeza no me daba vueltas y podía ver. Estaba en una habitación, ¿de hospital? ¿Qué hacía yo en un hospital? Me levanté rápidamente.

- Eh, tranquila. Levántate despacio.- dijo Marc.

- ¿Qué ha pasado?- pregunté.

Mi madre estaba llorando. Mi padre, Cristina y David también. Paola estaba en los brazos de Iker y no se la veía. Iker también estaba girado. El único que tenía la cara limpia era Marc, pero no entendía porque lloraban. Miré mi brazo. Las cicatrices estaban cerradas. Tenía suero en mi brazo.

A mi pregunta nadie respondió.

- ¿Alguien me puede responder?- pregunté.

Marc me miró. Algunas lágrimas cayeron por su rostro.

- Adriana… prométeme que no te pondrás como una histérica ni nada por el estilo.- dijo Marc.

Yo no entendía nada, pero no me quedó otra que prometerlo.

- Bueno, verás Adriana…- dijo Marc, se tuvo que parar porque estaba llorando y su voz sonaba entrecortada. Se aclaró la garganta.

- Al hacerte daño, has perdido mucha sangre, tus defensas están bajas y llevan casi tres semanas bajas y si en los próximos dos días no suben tus defensas…- dijo Marc, tuvo que volver a parar. Más lágrimas caían por su rostro.

- Marc, me estás asustando. Dímelo ya.- dije.

Marc no respondió.

Todos lloraban fuertamente. No se por qué, tal vez porque el resto lloraban, yo lloré.

- Tiene un 70% de…- dijo Marc

Me quedé callada. No podía reaccionar.