¿Alguna vez has visto una foto de tu ídolo y has sonreído tanto que te has sentido idiota? Cuando era pequeña mi madre me dijo que un chico me haría llorar, pero jamás pensó que sería un equipo de fútbol. La distancia no es un problema si las ganas de cumplir tu sueño es mayor. No existen límites para soñar. No pido que admires a quien yo admiro, pero si que le respetes. Mis héroes no llevan capa ni máscara, solo se dedican a algún deporte.
miércoles, 17 de julio de 2013
Es inevitable
Capítulo 30
Narra Adriana:
Hablar con Marc siempre me venía bien y encima, me encantaba. Su voz siempre me reconfortaba. En este momento, sentí que podía ser fuerte y sentí, que lo tenía que hacer por todas las personas que me querían. Sí, tenía apoyo aunque a veces yo no lo sentía. Sonreí. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro, rápidamente me las sequé y me limpié la cara.
Pasó la semana de vacaciones familiares. Tanto como para Iker, Paola, Marc y yo. En Galicia me lo pasé muy bien. Fuimos a Santiago de Compostela, a Riazor… Sí, por primera vez en mi vida pisé Riazor y pude ver el estadio de mi equipo. También, visitamos algunos pueblos, fuimos a la playa, a algunos ríos, visité un poco de Portugal, cuando estuvimos en Portugal, me sentí cerca de Marc.
Volvimos a Madrid. Me bajé del coche y me dirigí a casa de Marc, pero por el camino me encontré a Marc. Nada más verle, empecé correr hacia a él y él hacia a mi. Le abracé fuerte. Él a mi también. No quería soltarme. Quería estar así para siempre. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro.
- Te he echado de menos.- le dije susurrando al oído.
- Yo también.- dijo Marc susurrándome al oído.
Le planté un beso en la boca.
- También eché de menos tus besos.- dijo Marc.
Sonreí.
- Yo también.- dije.
Le agarré de la mano y caminamos hacia su casa. Simplemente con el roce de su mano contra la mía, ya era feliz. Cada vez que estaba con él, temblaba un poco, pero en seguida me reconfortaba. Al verle, siempre una sonrisa involuntaria salía de mi y eso me encantaba.
- Te quiero tanto.- le susurré a Marc.
Marc me miró, sonrió y dijo:
- Yo te quiero más.
Lo dijo susurrando.
Yo le miré fijamente a los ojos. Me perdí en sus ojos verdes. Me quedé embobada mirándolos, pero finalmente dije:
- Da igual quien quiera a quien más. Da igual.
Marc sonrió.
Llegamos a su casa. Allí estaban sus padres. Abracé a su madre. Yo me llevaba muy bien con su madre, María.
- ¿Qué tal va el embarazo?- pregunté.
- Muy bien.- respondió María.
Sonreí.
- Me alegro.- dije.
Marc rozó las yemas de sus dedos contra mi venda. Pronto notó mi cicatriz. Ya estaba bastante curada. Llevaba una semana sin hacerme daño. David ya me había perdonado y yo seguía cumpliendo la promesa poco a poco, pero mi corazón estaba dolido por la perdida de mi tío.
- ¿Quieres ir al cementerio?- preguntó Marc en un tono de voz muy bajo, casi un susurro.
- Sí.- dije débilmente.
Al llegar al cementerio fuimos a la tumba de mi tío. Yo llevaba dos rosas. Como las que él me traía todos los días por mi cumpleaños. Este año no recibiría esas rosas. Tampoco recibiría un abrazo suyo. Su pérdida me dolía mucho. Marc me pasó un brazo por la espalda y me atrajo hacia él sujetándome porque estaba temblando. Algunas lágrimas cayeron por mi rostro. Menos mal que hoy no me pinté los ojos. Me separé un poco de Marc y dejé las rosas encima de la tumba. Volví a la misma posición de antes. Me quedé mirando la tumba de mi tío. Saqué todas las cuchillas que traía conmigo.
- ¿Qué haces?- preguntó Marc.
No respondí.
Hicé un agujero en el suelo con las manos y enterré las cuchillas ahí mientras susurraba:
- Aquí acaba una etapa de mi vida. Aquí dejo todo el dolor. Aquí dejo todos los recuerdos malos. Aquí dejo la depresión. Aquí dejo todas las cicatrices. Aquí dejo todos los cortes. Aquí dejo toda la sangre derramada por mis brazos. Aquí dejo todas las lágrimas derramadas por tristeza. Aquí dejo estas cuchillas que me impiden seguir adelante. Aquí empiezo una nueva etapa de mi vida junto con mis amigos, familiares y mi novio. Aquí le digo adiós a mi tío, pero no es un adiós, es un hasta luego porque se que nos volveremos a ver, pero tanto él como yo esperamos que sea dentro de mucho tiempo. Vendré a verte tío. Aunque solo venga a ver la tumba.
Cerré el agujero y me levanté, besé la tumba de mi tío.
- Estoy orgulloso de ti.- dijo Marc mientras que me daba un beso en la mejilla.
Sonrió. Yo también sonreí.
Por el camino a casa, temblaba demasiado y no entendía por qué. Mi mente se nubló. Mis ojos también. No veía nada. Casi no oía. Lo último que oí fue a Marc decir:
- ¿Qué te pasa, Adriana?
Pronto caí al suelo y me di un buen golpe en la cabeza. Creo que me desmayé. Después, abrí un poco los ojos, pero seguía viendo nublado, oí una sirena y una voz diciendo:
- No, no cierres los ojos.
Pero mis ojos se cerraron. Me sentía mareada. Necesitaba descansar.
Volví a despertar, pero esta vez la cabeza no me daba vueltas y podía ver. Estaba en una habitación, ¿de hospital? ¿Qué hacía yo en un hospital? Me levanté rápidamente.
- Eh, tranquila. Levántate despacio.- dijo Marc.
- ¿Qué ha pasado?- pregunté.
Mi madre estaba llorando. Mi padre, Cristina y David también. Paola estaba en los brazos de Iker y no se la veía. Iker también estaba girado. El único que tenía la cara limpia era Marc, pero no entendía porque lloraban. Miré mi brazo. Las cicatrices estaban cerradas. Tenía suero en mi brazo.
A mi pregunta nadie respondió.
- ¿Alguien me puede responder?- pregunté.
Marc me miró. Algunas lágrimas cayeron por su rostro.
- Adriana… prométeme que no te pondrás como una histérica ni nada por el estilo.- dijo Marc.
Yo no entendía nada, pero no me quedó otra que prometerlo.
- Bueno, verás Adriana…- dijo Marc, se tuvo que parar porque estaba llorando y su voz sonaba entrecortada. Se aclaró la garganta.
- Al hacerte daño, has perdido mucha sangre, tus defensas están bajas y llevan casi tres semanas bajas y si en los próximos dos días no suben tus defensas…- dijo Marc, tuvo que volver a parar. Más lágrimas caían por su rostro.
- Marc, me estás asustando. Dímelo ya.- dije.
Marc no respondió.
Todos lloraban fuertamente. No se por qué, tal vez porque el resto lloraban, yo lloré.
- Tiene un 70% de…- dijo Marc
Me quedé callada. No podía reaccionar.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario