sábado, 27 de julio de 2013


                                 No es un adiós
                     

                                                     Capítulo 2

- Cuando una mujer se sienta a tu lado y no pide nada, está esperando a que la invites a algo. ¿Qué pasa? ¿Tú no me vas a invitar?

Me quedé callado. Ella sonrió.

- Oh, lo siento.- dije.

Llamé al de la barra.

- Un vodka para la señorita.- dije.

Ella sonrió.

- Así me gusta.- dijo.

Narra Mireia:

Volví a mi casa sin acompañante y con unas cuantas copas de más. Creo que al estar presente Aarón no me pude traer ningún hombre a casa.

Narra Aarón:

Volví con un gran dolor de cabeza a casa y solo… Era la primera vez que volvía a casa después de estar en un bar, solo. Seguro que Mireia me cortó el rollo y no pude ligar con ninguna mujer.

Narra Mireia:

Me desperté con un dolor de cabeza… Seguro que fue por todo lo que bebí ayer. Bajé al portal para ver si a partir de ahora mi correo llegaba hasta aquí. A parte de una carta del banco avisándome que tendría que pagar la hipoteca a partir del 1 de mayo y que tendría una semana para pagar. Si me retraso me cobran un poco más. Y propaganda, no encontré nada.

- Toma, esta carta ha llegado por equivocación a mi buzón, es tuya.- dijo una voz a mis espaldas.

Me giré y me encontré con una señora de unos 40 o 50 años con el pelo algo canoso y con los ojos marrones. Tenía una sonrisa en el rostro.

- Oh, gracias.- dije sonriendo.

Leí el ‘título’ de la carta:

‘Para mi querida Mireia, ayer estabas muy guapa…’

Me quedé asombrada.

Subí a mi piso y lo primero que hice fue abrir la carta, comencé a leer:

‘Querida Mireia:

Desde que te vi tu sonrisa me deslumbró y me encanta verla. Así que, no dejes de sonreír. Tus ojos azules son preciosos… No sé que más decir porque no soy bueno escribiendo este tipo de cartas. Creo que nunca he sido ni seré romántico. Lo que yo te quiero trasmitir es que me gustas, que siento algo por ti. Tampoco se el que porque te conozco desde hace poco. Y con esto, ya te puedes ir haciendo una idea de quien soy… Tengo miedo de lo que pueda ocurrir entre nosotros porque la verdad a mi me han hecho mucho daño en esto del amor…

Te seguiré escribiendo.

                                       Anónimo.’

Me quedé flipando, sí, flipando. No me esperaba recibir una carta así.

¿Y si la carta era de Aarón? Hay dios mío, si es de él me muero. ¿Pero qué dices Mireia? Estás loca. No te hagas ilusiones. ¿Pero qué ilusiones? Si no me gusta. Ay, Mireia vete a por un perro que te haga compañía que sino te vas a volver loca…

- Me gusta ese.- dije señalando un cachorro de color canela.

- Es una mezcla, creemos que es entre un labrador y otro perro que no sabemos, así que crecerá bastante.- dijo un chico.

Asentí y sonreí.

Le hicieron una revisión. Di el dinero que eran unos 15 euros ya que estaba adoptando y me dieron varios papeles para la adopción.

Narra Aarón:

Bajando las escaleras me choqué con alguien y no pudo ser otra que Mireia.

- Siempre nos chocamos, eh. Nos atraemos.- dijo Mireia riendo.

Oí a un perro sollozar.

- Eh, tranquilo.- dijo Mireia acariciándolo.

- ¿Es tu perro?- pregunté.

- Sí, es hembra y se llama Bel. Lo acabo de adoptar.- dijo con una gran sonrisa en el rostro.

Agarré una carta que se le había caído. Leí el título, tragué saliva y me quedé sin aire por un momento.

- Ah, esa carta es mía.- dijo Mireia.

Se la di.

- Por cierto, ¿tú tienes idea de quién me podría haber mandando esta carta?- preguntó Mireia sonriendo.

- No, no tengo ni idea.- contesté con la voz entrecortada.

Narra Mireia:

Entré en mi piso y le puse comida a Bel mientras pensaba en mi encontronazo con Aarón en las escaleras. Joder, se comportó raro. Seguro que la carta es de él. Bajé al portal y abrí el buzón. No había ninguna carta. Claro, Mireia, no hay nada porque no se va a poner a escribir como un loco el que te la ha mandando y te va a mandar dos en un día… Es que eres tontita.

Narra Aarón:

Iba caminando por las calles de Madrid. Sin rumbo. Algunas lágrimas caían por mi rostro. Otra vez de nuevo esta sensación. De nuevo enamorándome. No. No quiero. Eres imbécil, Aarón. De nuevo he caído y seguro que yo a ella no le gusto y si le gusto, acabará marchándose a otro lugar y me dejará solo. Volveré a sufrir. A llorar. A buscarla sin encontrarla. Tengo miedo. No creo que nada de lo que pueda tener con ella salga bien… Dos lágrimas se deslizaron por mi rostro. Pronto las demás las siguieron. Encendí un cigarro como pude porque las lágrimas me nublaban la vista.

Narra Mireia:

Lo único de lo que tenía ganas era de salir a buscar a Aarón porque no estaba en su casa, pero esperaría a que llegase a casa. Pasados unos 10 o 15 minutos, oí a alguien subir por la escalera y miré por la mirilla. ¡Era Aarón! Pero porque te ilusionas tanto Mireia… Entró en su piso. ¿Pero qué hago? ¿Le estoy espiando?

Narra Aarón:

Al pasar por la puerta de Mireia, me quedé mirándola un poco, pero pronto entré en mi piso.
Pasados unos minutos, alguien llamó a la puerta. Abrí y allí estaba, ella, con su gran sonrisa, con sus preciosos ojos azules…

- Hola, ¿tienes champú?- preguntó ella.

No sabía que responder. Me quedé sin habla. Solo la miré.

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