viernes, 26 de julio de 2013


                                              No es un adiós
                       
                     Capítulo 1

Me monté en el coche y puse un disco cualquiera que había por ahí tirado. Empezó a sonar Feel this moment de Pitbull y Christina Aguilera. Arranqué el coche y me dirigí hacia la salida del pueblo. Iba camino de Madrid. Me iba de Asturias a Madrid, solo por trabajo. Dejaba atrás a toda mi familia y amigos en mi pueblo para enfrentarme a una etapa en la que viviría sola. Con apenas 24 años me iba del lugar al que pertenecía para ir a otro total desconocido. No sabía lo que me esperaba, pero estaba ilusionada. Empezó a sonar I need your love de Calvin Harris. Y empecé a tararear la canción: ‘I need your love, I need your time. When everything’s wrong, you make it right. I feel so high. I come alive.’Llegué a Madrid. Era una ciudad preciosa. Estaba entusiasmada. Subí mis cosas al piso que la empresa me había asignado. Ellos me lo habían comprado, pero tenía que pagar una hipoteca.

- ¡Eh, mira por donde vas!- le grité a un chico rubio con ojos azules y un poco más alto que yo.

- A mi no me grites así.- me dijo él con un tono seco.

- Al menos, podrías ayudarme a recoger las cosas que se me han caído.- dije.

Él se agachó a recoger varios libros que se me habían caído.

- ¿Te acabas de mudar?- me preguntó.

- Sí.- respondí.

Sonrió. Su sonrisa era deslumbrante.

- ¿Y por qué te has mudado?- preguntó el chico.

- Por trabajo. Vengo de Asturias, me llamo Mireia.- dije sonriendo y estrechándole la mano.

- Ah, encantado. Yo me llamo Aarón.- dijo sonriendo.

Me perdí en sus ojos.

- ¿Mireia? ¿Estás?- preguntó Aarón.

- Sí, sí.- dije sonrojada.

- ¿Quieres que te ayude con el resto?- preguntó Aarón.

- Sí, por favor. Estas cajas pesan mucho.- contesté.

Bajamos a donde estaba mi coche.

- Solo he traído una mesa, unas sillas y varios objetos para decorar. Ahora viene la furgoneta.- dije.

- Vale, cuando venga me avisas y te ayudo. Vivo en frente tuya.- dijo Aarón.

¿Vivía en frente de mi? ¿Era mi vecino? Me quedé flipando.

Llegó la furgoneta y unas cuantas personas me subieron las cosas a mi piso con mi ayuda y la de Aarón.

- Bueno, si necesitas algo. Ya sabes donde estoy.- dijo Aarón y me dio un beso en la mejilla para despedirse.

Me sonrojé y sonreí.

- Vale, gracias.- dije con la voz entrecortada.

Narra Aarón:

Esta chica es increíble. Es guapa, lista, educada aunque al principio parecía borde. Me encanta que sea mi nueva vecina.

Narra Mireia:

Me encanta que este chico sea mi nuevo vecino. Me produce buenas sensaciones.

Por la mañana:

- Mierda, no me ha sonado el despertador. ¡Llego tarde y es mi primer día de trabajo!- grité desesperada.

Hablo sola, bien, Mireia. No hay nadie en esta casa y hablas sola… Me tengo que comprar un perro para no sentirme tan sola.- pensé.

En 20 minutos estaba lista. Me monté en el coche y me dirigí al trabajo.

- Señorita Mireia llega tarde.- dijo una voz que me resultó conocida.

Me giré y… ¡era Aarón! ¡No me lo podía creer! ¿Qué hacía él aquí?

- Lo… lo siento.- dije tímidamente.

Aarón levantó la cabeza y se quedó tan asombrado como yo.

- ¿Tú eres la nueva empleada?- preguntó Aarón susurrando.

- Sí.- contesté.

- Pues bienvenida y por cierto, que sea la última vez que llegas tarde.- dijo Aarón.

Agaché la cabeza avergonzada.

- Lo siento, el despertador no sonó.- dije susurrando.

Aarón rozó las yemas de sus dedos contra mi mejilla y después me dio un beso.

- Yo seré tu jefe. Tú serás la fotógrafa y yo el director que controla que hagas bien el trabajo, pero recuerda: yo te podré pasar algunas, pero por encima de mi está el jefe de verdad y ese ya si que no te pasará ninguna.- dijo Aarón.

Asentí y me dirigí al despacho que Aarón me asigno. Era amplio y muy luminoso.

Pasado un rato, Aarón entró en mi despacho.

- Toma, tu primer encargo. Tienes que ir a hacer algunas fotos de pruebas para que te tengamos confianza.- dijo Aarón guiñándome el ojo.

Me quedé asombrada. Parecía que le gustaba.

Asentí.

Salí a la calle e hice algunas fotos a algunos pájaros, personas, a algunos árboles y al final, acabé en un parque que tenía un gran lago. Le llaman El Retiro. Lo conocía de haberlo visto en fotos, pero verlo en persona te hacía apreciar más su belleza. Hice unas cuantas fotos más que me parecieron preciosas y volví. Tardé en volver porque me fui lejos. Tuve que coger un taxi. Menos mal que llevaba dinero.

Entré en el despacho de Aarón.

- Hola, ya he hecho las fotos. Casi me pierdo. Toma.- dije sonriendo.

Aarón las miró.

- Menos mal que no te has perdido. Bueno, están bastante bien y eso que no tenías muy bien material.- dijo Aarón con una gran sonrisa en la cara.

Me senté en la silla. Mi mano rozó la suya sin querer. Mi corazón se aceleró y me sonrojé. Parecí idiota.

Aarón y yo nos quedamos un rato mirando a los ojos.

- Bueno, usted por hoy ya ha acabado el trabajo aquí, puede marcharse.- dijo Aarón.

- Vale, gracias. No hace falta que me trate de usted.- dije.

- Me gusta tratarte de usted.- dijo Aarón sonriendo.

Pensé: No, Aarón deja de sonreír que me muero.

- ¡Qué cansada estoy!- exclamé al llegar a casa.

Bien, Mireia ya estás hablando sola de nuevo… La manía de entrar en casa quejándome y creyendo que hay alguien, pero que vivas sola…

Llamé a mi madre y le conté todo. Desde que llegué hasta este preciso momento.

- Mireia, ten cuidado con ese chico…- dijo mi madre.

- Mamá, es mi jefe y mi vecino y es majo.-dije.

- Pero, recuerda que una simples palabras te pueden hacer mucho daño. No te ilusiones..- dijo mi madre.

- Sí, mamá. Pesada, adiós.- dije y colgué rápidamente.

No me gustaba que mi madre me diese este tipo de consejos. Se ponía muy pesada. Ay, Valeria cuando te pones pesada…

Narra Aarón:

Estaba en la barra tomando un vodka como siempre hacía. Hoy seguro que otra mujer acababa en mi cama. No me quedaba otra. Después de que María me dejase para irse a Estados Unidos para cumplir su sueño de ser modelo, no me quedó otra que ir de mujer en mujer para satisfacer mis necesidades porque eso es lo único que hacía. Una vez me prometí que no me volvería a enamorar. ¿Para qué? Eso no servía.

Y de pronto, allí estaba. Mireia con sus ojos azules y su gran melena ondulada de color marrón. Ella desde un principio me pareció atractiva. Creo que hoy ella será la que acabe en mi cama.

- Hola.- me dijo ella.

- Hola.- la dije guiñando un ojo.

- ¿Qué te cuentas?- me preguntó ella.

- Nada, aquí. Tomando algo ya que mañana no hay trabajo. ¿Tú?- respondí.

Ella sonrío.

- Vengo a hacer lo mismo, a tomar algo y despejarme.- dijo.

Me encantaba cuando sonreía.

Asentí.

Ella se acercó a mi oído, sus labios rozaron mi oído, me estremecí y ella me susurró:

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