No es un adiós
Capítulo 12
Pasados las dos horas de viaje, llegamos a París. El viaje fue corto y en el avión nos trataron muy bien.
- ¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Mireia deshaciendo su maleta y colgando la ropa en el armario de la habitación del hotel.
- Pues tenemos una hora para ver como es el hotel y después, iremos a comer y esta tarde es sorpresa.- respondí.
- Todo el día con las sorpresas… ¿Pero quedará tiempo por la noche para portarse mal?- preguntó Mireia.
- Quedará tiempo, quedará tiempo, no te preocupes.- contesté soltando una pequeña carcajada.
En el rostro de Mireia se asomó una sonrisilla. Ella y sus ocurrencias. Ella y su naturalidad con la que expresa sus ganas. Ella. Tan solo ella.
Vimos como era el hotel. Había una piscina, saunas, hidromasajes, una sala juegos, el comedor y todo lo que puede tener un hotel de cinco estrellas.
- ¡Es todo muy bonito! ¡No deberías haberte molestado!- exclamó Mireia.
- Para ti, esto y más.- la susurré al oído.
Narra Mireia:
Al oír esas palabras, sentí que un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Me empecé a poner nerviosa. Cada vez que estaba a su lado, solía estar nerviosa.
- ¿Te pasa algo?- preguntó Aarón.
- No, nada.- respondí.
- Es que como te has quedado callada.- dijo Aarón.
- Que me ha sorprendido que dijeses eso, nada más.- dije sonriendo.
Él sonrió.
- Bueno, vamos a comer.- dijo Aarón.
La comida estaba buenísima y cuando acabamos de comer, fuimos a la habitación. Aarón se tumbó en la cama. Yo saqué unas cuantas galletas que traía en el bolso y las coloqué en la cómoda.
- ¿Las has robado?- preguntó Aarón incorporándose.
- No, las he cogido prestadas y es verdad, le he pedido a un chico que había allí las galletas y me ha dicho amablemente que me las podía llevar por si me entraba hambre. Menos mal que sabía hablar inglés, sino no nos hubiésemos entendido una mierda.- contesté soltando una pequeña carcajada al final.
- Menos mal, me quedo más tranquilo.- dijo Aarón.
- ¿Qué pensabas, qué las iba a robar?- pregunté.
Él se quedó callada.
- Lo pensabas.- dije enfadada y me encerré en el baño.
- No, Mireia, no lo pensaba.- dijo Aarón.
- ¡No te creo!- grité entre algún que otro sollozo.
- No llores, mujer.- dijo Aarón.
- Si lloro, no confías en mi.- dije sentándome en el suelo.
- Venga, tonta, sal, que te tengo una sorpresa.- dijo Aarón.
No quería ni escucharle ni verle, no confiaba en mi y eso me dolía, pero salí del baño abriendo lentamente la puerta y tras ella, estaba él, con una gran sonrisa. Lo primero que hizo fue secarme las lágrimas y el maquillaje que se me había corrido. Después, me arregló el pelo y me acarició la mejilla.
- No seas tonta, no te enfades.- dijo sonriendo.
Sonreí.
- Si que confío en ti, pequeña.- dijo dándome un beso en la frente.
Sonreí de nuevo y susurré un débil:
- Gracias.
- Venga, ponte más guapa de lo que ya estás que nos vamos de compras.- dijo Aarón.
Me quedé asombrada.
- Venga, date prisa.- dijo Aarón.
Empecé a arreglarme.
Aarón me llevo de compras y me compré mucha ropa, accesorios, algunas cremas, perfumes y recuerdos de París y cuando acabamos, nos dirigimos a un parque desde el cual se podía ver la Torre Eiffel. Y empezamos a hacernos las típicas fotos con la Torre Eiffel detrás. Después, nos acercamos y nos hicimos una con ella detrás, pero más cerca que en las fotos anteriores y sobre todo, el detalle que marcaba la diferencia es que en esa foto salíamos besándonos, no como en las otras.
- ¿Y ahora dónde vamos?- pregunté con curiosidad.
- A lo alto de la Torre Eiffel.- contestó Aarón.
- ¿Se puede subir?- pregunté.
- Sí, hasta el medio.- respondió Aarón.
Subimos y para mi sorpresa, allí, nos esperaba una mesa para dos con comida italiana y unas cuantas velas alrededor. Aarón me dio una chaqueta porque allí arriba empezaba a refrescar. No tenía palabras. No sabía como expresar mi emoción en ese preciso instante.
- Antes de que digas nada, quería que nos hiciésemos una foto besándonos desde lo alto de la Torre Eiffel con París detrás.- dijo Aarón sonriendo.
Accedí.
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