lunes, 9 de septiembre de 2013


                           No es un adiós

                                                    Capítulo 12

Pasados las dos horas de viaje, llegamos a París. El viaje fue corto y en el avión nos trataron muy bien.

- ¿Qué vamos a hacer ahora?- preguntó Mireia deshaciendo su maleta y colgando la ropa en el armario de la habitación del hotel.

- Pues tenemos una hora para ver como es el hotel y después, iremos a comer y esta tarde es sorpresa.- respondí.

- Todo el día con las sorpresas… ¿Pero quedará tiempo por la noche para portarse mal?- preguntó Mireia.

- Quedará tiempo, quedará tiempo, no te preocupes.- contesté soltando una pequeña carcajada.

En el rostro de Mireia se asomó una sonrisilla. Ella y sus ocurrencias. Ella y su naturalidad con la que expresa sus ganas. Ella. Tan solo ella.

Vimos como era el hotel. Había una piscina, saunas, hidromasajes, una sala juegos, el comedor y todo lo que puede tener un hotel de cinco estrellas.

- ¡Es todo muy bonito! ¡No deberías haberte molestado!- exclamó Mireia.

- Para ti, esto y más.- la susurré al oído.

Narra Mireia:

Al oír esas palabras, sentí que un escalofrío recorría todo mi cuerpo. Me empecé a poner nerviosa. Cada vez que estaba a su lado, solía estar nerviosa.

- ¿Te pasa algo?- preguntó Aarón.

- No, nada.- respondí.

- Es que como te has quedado callada.- dijo Aarón.

- Que me ha sorprendido que dijeses eso, nada más.- dije sonriendo.

Él sonrió.

- Bueno, vamos a comer.- dijo Aarón.

La comida estaba buenísima y cuando acabamos de comer, fuimos a la habitación. Aarón se tumbó en la cama. Yo saqué unas cuantas galletas que traía en el bolso y las coloqué en la cómoda.

- ¿Las has robado?- preguntó Aarón incorporándose.

- No, las he cogido prestadas y es verdad, le he pedido a un chico que había allí las galletas y me ha dicho amablemente que me las podía llevar por si me entraba hambre. Menos mal que sabía hablar inglés, sino no nos hubiésemos entendido una mierda.- contesté soltando una pequeña carcajada al final.

- Menos mal, me quedo más tranquilo.- dijo Aarón.

- ¿Qué pensabas, qué las iba a robar?- pregunté.

Él se quedó callada.

- Lo pensabas.- dije enfadada y me encerré en el baño.

- No, Mireia, no lo pensaba.- dijo Aarón.

- ¡No te creo!- grité entre algún que otro sollozo.

- No llores, mujer.- dijo Aarón.

- Si lloro, no confías en mi.- dije sentándome en el suelo.

- Venga, tonta, sal, que te tengo una sorpresa.- dijo Aarón.

No quería ni escucharle ni verle, no confiaba en mi y eso me dolía, pero salí del baño abriendo lentamente la puerta y tras ella, estaba él, con una gran sonrisa. Lo primero que hizo fue secarme las lágrimas y el maquillaje que se me había corrido. Después, me arregló el pelo y me acarició la mejilla.

- No seas tonta, no te enfades.- dijo sonriendo.

Sonreí.

- Si que confío en ti, pequeña.- dijo dándome un beso en la frente.

Sonreí de nuevo y susurré un débil:

- Gracias.

- Venga, ponte más guapa de lo que ya estás que nos vamos de compras.- dijo Aarón.

Me quedé asombrada.

- Venga, date prisa.- dijo Aarón.

Empecé a arreglarme.

Aarón me llevo de compras y me compré mucha ropa, accesorios, algunas cremas, perfumes y recuerdos de París y cuando acabamos, nos dirigimos a un parque desde el cual se podía ver la Torre Eiffel. Y empezamos a hacernos las típicas fotos con la Torre Eiffel detrás. Después, nos acercamos y nos hicimos una con ella detrás, pero más cerca que en las fotos anteriores y sobre todo, el detalle que marcaba la diferencia es que en esa foto salíamos besándonos, no como en las otras.

- ¿Y ahora dónde vamos?- pregunté con curiosidad.

- A lo alto de la Torre Eiffel.- contestó Aarón.

- ¿Se puede subir?- pregunté.

- Sí, hasta el medio.- respondió Aarón.

Subimos y para mi sorpresa, allí, nos esperaba una mesa para dos con comida italiana y unas cuantas velas alrededor. Aarón me dio una chaqueta porque allí arriba empezaba a refrescar. No tenía palabras. No sabía como expresar mi emoción en ese preciso instante.

- Antes de que digas nada, quería que nos hiciésemos una foto besándonos desde lo alto de la Torre Eiffel con París detrás.- dijo Aarón sonriendo.

Accedí.

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