¿Alguna vez has visto una foto de tu ídolo y has sonreído tanto que te has sentido idiota? Cuando era pequeña mi madre me dijo que un chico me haría llorar, pero jamás pensó que sería un equipo de fútbol. La distancia no es un problema si las ganas de cumplir tu sueño es mayor. No existen límites para soñar. No pido que admires a quien yo admiro, pero si que le respetes. Mis héroes no llevan capa ni máscara, solo se dedican a algún deporte.
viernes, 24 de enero de 2014
Te haré perder el control
Capítulo 19
*Penúltimo capítulo, mañana subo el final. Espero que os esté gustando.*
Por la mañana decidimos dormir porque por la noche nos acostamos tarde, en la comida nos volvimos a inflar por ser el día de Navidad y por la tarde, fuimos a la Isla Ellis. Es una isla realmente bonita. Hace muchos años, fue la entrada de muchos inmigrantes a EEUU y por ello, allí, se encuentra el Museo de la Inmigración que lo fuimos a visitar. Paseamos por la isla y estuvimos allí durante toda la tarde.
Me desperté y tenía una nota en la mesilla:
Nos vemos en Central Park. Te quiere, Jordi.
Me levanté de un salto de la cama y corrí a vestirme. Salí, literalmente, corriendo del hotel, cogí un taxi que me llevó a Central Park. Caminé varios metros y entonces, le divisé. Su figura fornida, su sonrisa deslumbrante al verme, su pelo moreno, corto y liso, ahora algo más claro de lo normal debido a la luz del sol. Esta mañana al despertar y sentir que no estaba conmigo, me puse algo triste, pero al leer la nota que había en la mesilla supe perfectamente que tenía una sorpresa para mi. Algo que me iba a gustar demasiado y que él no podía esperar para prepararlo.
- ¿Qué tal amaneciste hoy?- preguntó Jordi rodeándome con su fuerte brazo y comenzando a caminar los dos juntos.
- Bien, pero sin ti no es lo mismo.- respondí guiñando un ojo.
- ¿A dónde vamos?- pregunté.
- A donde nos lleve la vida.- contestó riendo. - No, ahora en serio. Vamos a dar un paseo y después, comeremos en lo alto de La Estatua de La Libertad.- respondió al fin Jordi.
Sus manos me acariciaron lentamente y su boca se adueñó de la mía.
- Esto… es espectacular. Ya es la segunda vez que venimos aquí y sigo sin tener palabras para describir lo que siento en este momento.- dije temblando.
Jordi al notar que estaba temblando, me agarró fuertemente.
- Amo cuando estás nerviosa y más cuando es por mi culpa.- dijo mirándome fijamente a los ojos mientras sonreía.
Su sonrisa, su dulce y tierna sonrisa que provoca la mía. Por un momento pensé: Oh, Jordi, deja de ser tan tierno y adorable. ¿Pero por qué tenía que dejar de serlo? En realidad, me encanta que él sea así.
- ¿Qué tal el viaje?- preguntó mi amiga Celia.
- ¡Ya casi no quedamos, Mireia! Ese chico te está apartando de nuestro lado, eh.- dijo Paula riendo, ella siempre tan divertida.
- A ver, poco a poco. Lo he pasado genial, como siempre lo paso con Jordi. Y a lo de quedar, sí, Jordi me quita tiempo de estar con vosotras, pero prometo que quedaremos más veces.- dije.
Y las tres nos fundimos en un abrazo.
- Promete que nos le presentarás.- dijo Paula.
- Claro que sí, cuando crea que no le vais a acribillar a preguntas ni que le vais a asustar.- dije.
- ¿Nosotras? ¡Qué va!- dijo Celia.
- Sí, claro. Como si no os conociese ya…- dije.
- Tranquila, no le vamos a asustar, lo prometo.- dijo Celia.
- Es cierto, preséntanosle.- dijo Paula.
- Cuando sea el momento adecuado os lo presentaré.- dije
- ¿Qué tal con tus amigas? ¿Celia y Paula dijiste que se llamaban?- preguntó Jordi sacando un refresco de la nevera.
- Bien, quieren conocerte, pero son algo alocadas y bueno, cuando sea el momento os presentaré. Sí, se llaman Celia y Paula.- dije sonriente.
- Bueno, como si no estuviese acostumbrado a gente alocada.- dijo Jordi.
- ¿Te refieres a tus fans?- pregunté.
- No, ellas no son tan alocadas como tú bailando.- respondió él.
Me sonrojé. Tenía razón, cuando me ponía a bailar, no podía parar y el baile siempre acababa sacando mi lado más divertido y alocado.
- Bueno, si yo hablase… Cuando te da por volverte loco, te da fuerte.- dije.
Jordi soltó una carcajada y unos segundos después dijo:
- Pero dicen que las personas locas son las mejores personas.
En eso también tenía razón, pero no quise dársela. Odiaba darle la razón a Jordi, aunque él ya sabía que cuando yo callaba era que él tenía razón.
- El que calla, otorga.- dijo Jordi.
- Basta ya de intentar picarme.- dije.
- Me encanta y a ti en el fondo, te gusta.- dijo Jordi.
Su manera de moverse, su boca articulando cada palabra, su cuerpo intentando provocarme, intentando irritarme y molestarme. Él. Solo él y su forma de saber molestarme, pero que a la vez me encanta tanto. Su manera irresistible de mirarme y de fruncir los labios ligeramente dando a entender que quiere un beso y de que no va a rendirse. Y como yo no puedo resistirme, dejo que me bese todas las veces que él quiere, me dejo vencer, me rindo ante sus encantos, me rindo frente a la manera en la que sus ojos me miran, frente a su boca que quiere atrapar la mía.
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