martes, 14 de enero de 2014



                    Te haré perder el control
 
                     Capítulo 9 

*Gracias a la música de Shakira por inspirarme, a la de Pablo Alborán y a la de Edurne.*

Estuvimos un rato más hablando y después colgamos. Yo tenía que viajar a Pekín para competir los dos últimos días que eran el 13 y el 14 de Noviembre. Y él tenía que ir a entrenar en el gimnasio para recuperarse de su lesión.

Día 13: En los 200 metros individuales, Mireia queda segunda en su serie y se clasifica a la final con el segundo mejor tiempo. En los 800 metros, consigue la medalla de oro. En la final de los 200 metros individuales queda cuarta por lo tanto no consigue medalla.

Día 14: En los 200 metros mariposa queda primera en su serie y se mete a la final con el mejor tiempo. En los 400 metros estilos, Mireia queda primera en su serie y se clasifica a la final con el mejor tiempo. En los 400 metros individuales, Mireia consigue la medalla de oro. En la final de los 200 metros mariposa Mireia consigue otro oro. Y por último, en los 400 metros estilos, Mireia consigue el bronce.

Y finalmente, en la clasificación general, Mireia acaba tercera por detrás de Katinka Hosszu y de Alia Atkinson.

Narra Jordi:

Hoy es día 15 de Noviembre y por fin voy a entrenar en el campo después de mi lesión. Entrenaré al margen de mis compañeros, pero con Gerard Piqué. Además, hoy llega Mireia de competir en la Copa del Mundo a eso de las 17:00 de la tarde e iré a recogerla al aeropuerto.

Volver a pisar el terreno de juego y entrenar junto al balón es una de las mejores sensaciones de mi vida. Ojalá no vuelva a estar tanto tiempo separado de todo esto.

Terminé de entrenar, comí, descansé un poco y me fui a recoger a Mireia al aeropuerto. Después, cuando fuésemos a mi casa, le esperarían unas cuantas sorpresas.

Narra Mireia:

Nada más ver a Jordi, aligeré el paso, quería abrazarle cuanto antes.

- Te he echado de menos.- dijo Jordi susurrándome al oído mientras que estábamos abrazados.

Nos encaminamos hacia su casa. Cuando llegamos, para mi sorpresa, estaba toda mi familia, mis amigos, amigas. También, la familia de Jordi. Me giré hacia Jordi y le vi sonriendo como un niño pequeño. Simplemente, le abracé.

Pasé un gran día con ellos. Me habían preparado un grandísimo cumpleaños. Este cumpleaños iba a ser inolvidable. Jordi había reunido a toda mi familia y a la suya por mi cumpleaños. Una tarta decorada por Jordi, comida, bailar, cantar... Cuando todos se marcharon, Jordi y yo nos quedamos solos.

- Mireia, ha llegado un punto en el cual ninguno de los dos nos queremos esconder más, queremos estar juntos. Lo sé, por todo lo que me demuestras y bueno, tú sabes que me gustas porque te lo dije, te lo he demostrado… Así que, ¿quieres ser mi novia?- preguntó.

Mis ojos se aguaron. Empecé a temblar. Mi corazón se aceleró. Mi respiración se entrecortó. Estaba deseando que me lo pidiese.

- Sí, Jordi, quiero estar contigo, quiero sonreír, quiero pasármelo bien, quiero ser feliz, quiero que nos entreguemos el uno al otro, quiero amarte y no sentir esto por nadie más, solo por ti. Quiero que seamos uno.- contesté.

Jordi me besó. Fue un beso apasionado, dulce, uno de esos que quieres que duren toda la vida, pero tienes que separarte para coger aire. Fue uno esos besos que quieres que no acaben nunca. Quieres que se pare el tiempo para poder seguir disfrutando. De esos que pierdes la noción del tiempo, que cuando te separas de la otra persona no sabes donde estás.

Sonreí, seguramente, esta fue una de las sonrisas más sinceras de mi vida.

Narra Jordi:

Me levanté, otro día más, otro día pero este con una sensación diferente, Mireia y yo habíamos empezado una relación, una relación de esas que esperas durante mucho tiempo con paciencia y al final, llega. Todo el sufrimiento que pasaste queda en nada, ya estás con esa persona. Puedes sonreír, puedes ser feliz. Puedes ver como ella también sonríe y es feliz. Como ella es la causante de tus sonrisas y tú eres el causante de sus sonrisas.

Desayuné, me vestí y me fui a entrenar.

Ya estaba entrenando más seguido, con mejores sensaciones, tocando cada vez más balón, corriendo cada vez con más seguridad, sin temor. Me encontraba bastante bien. Ojalá que pronto esté jugando. Y que pronto se recuperen Leo y Víctor, se les echa de menos en los entrenamientos. A Víctor con sus cotilleos, sus tonterías, nuestros piques y su risa escandalosa. Y a Leo con los trucos que hace con el balón.

Para mi sorpresa, al final del entrenamiento se encontraba Mireia, sonreí nada más verla.

- Hey, preciosa. ¿Qué haces tú por aquí?- le dije agarrándola de la cintura.

Ella sonrió y se recogió un mechón del pelo colocándoselo detrás de la oreja mientras que sus mejillas tornaban de un color rojizo.

La otra pasión de Mireia era la fotografía, así que la llevé a la Sierra de Collserola, hacía un poco de frío y le presté la chaqueta que llevaba ya que ella llevaba una chaqueta fina y decía que tenía frío. En la Sierra de Collserola, Mireia fotografió varias perspectivas del paisaje. Andamos bastante porque nos venía bien a los dos para entrenar las piernas. Además, vimos varios animales como ardillas, ratones de campo, varias aves e incluso un… ¡jabalí! Preferimos no molestarle mucho, le echamos unas cuantas fotos y proseguimos sin llamar su atención.

Para comer llevé a Mireia al restaurante Barceloneta, ¡un restaurante en el que hacían unos platos exquisitos! Los platos que mejor hacían eran los de marisco.

Mientras que decidíamos lo que íbamos a comer, pedimos para picar jamón de Bellota y gambas con gabardina. ¡Estaba riquísimo!

- ¿Has elegido ya, Mireia?- pregunté.

- Hay tantas cosas que elegir… Pero creo que ya lo tengo.- contestó Mireia.

El camarero vino y nos preguntó que queríamos:

- Para la señorita de primero calamares de playa a la romana y de segundo almejas a la marinera. Para mi, de primero me pone canelones, de segundo ostras gallegas gigantes y para compartir nos pone pulpo a la gallega.- dije.

Comimos todo lo que pedimos. Nos hartamos a comer, después saldríamos a correr para bajarlo.

- ¿Te apetece un postrecito?- pregunté.

- Depende de lo que haya porque no se si me va a entrar algo más.- respondió Mireia.

Vino el camarero y nos preguntó si queríamos algo más:

- Nos pone dos sorbetes de limón y unas trufas heladas.- dije.

Comimos y bebimos lo último, pagué y nos fuimos a mi casa. Estábamos llenos.

- Ahora una buena siesta, ¿no?- pregunté.

- ¡Por supuesto!- exclamó Mireia.

- ¿Tienes alguna camiseta con la que pueda dormir?- preguntó Mireia.

- Sí.- dije mientras que rebuscaba en los cajones y finalmente, le di la camiseta con la que debuté con el Barça en la temporada 2012-2013. Esa camiseta tenía un valor muy especial para mi. Había debutado con ella. Tenía ese olor a sudor todavía. Ni siquiera un buen lavado se lo había quitado, pero a Mireia pareció no importarle.

Ella se metió en el baño y se cambió.

Al verla salir del baño, con el pelo suelto y alborotado, esas piernas largas y bien constituidas, la camiseta casi dejaba ver su cintura… La camiseta hacía notar las curvas de su cuerpo. La hacía verse perfecta. Te entraban ganas de agarrarla por la cintura y no soltarla jamás. Pero Jordi contente, no es el momento.

- ¿Vamos a dormir en la misma cama?- preguntó Mireia.

- Sí… a menos de que no quieras dormir conmigo y quieras irte a otro cuarto o al salón.- contesté.

- No, tranquilo, me apetece dormir contigo, pero sin hacer nada, solo llevamos un día saliendo y no quiero precipitarme.- dijo Mireia.

- Tranquila, se que es pronto, no voy a intentar nada.- dije susurrándola al oído.

Finalmente, dormimos juntos. Varias veces la rodeé por la cintura, quería sentirla cerca, la quería sentir contra mi cuerpo, quería sentir su respiración, no quería perderla nunca, ella me aportaba tranquilidad y seguridad.


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