Sube la temperatura
Capítulo 7
*¡Buenaaas! Estoy super super contenta porque ayer me lo pasé genial, pero estoy super cansada también u.u Pero no pasa nadaaaaaaaaaa. Jajajaja en fin os traigo el capítulo 7, espero que os guste y, ¡gracias por leer!*
Pensé en que podía hacer con Laia. Algún sitio donde llevarla, pero antes debía ser cariñoso con ella y ser educado para que se le fuese pasando poco a poco el enfado.
- Hola, preciosa.- dije sentándome en el sofá al lado de Laia.
Ella estaba viendo una serie alemana, supongo que sería lo primero que había puesto ya que ella tenía canales en español, inglés, etc que habíamos contratado al igual que en mi casa. Era un buen indicio que aunque nos hubiésemos peleado no me hubiese echado de su casa.
- Vamos, no te enfades. Sabes que no te quiero por el sexo.- dije cogiendo su mano.
Ella miró nuestras manos cogidas. No dijo nada y dejo que nuestras manos siguiesen unidas. Al menos era algo.
- Cuando uno empieza una relación quiere probar a esa persona en la cama y como es algo nuevo quiere tener sexo con esa persona hasta que uno de los dos se da cuenta de que no se va a ningún lado pensando solo en sexo así que se tienen que empezar a hacer otras cosas, que el sexo no sea lo principal, que lo principal sea la otra persona en sí, que el sexo sea cuando a los dos les apetezca, cada dos, tres días, que no sea aburrido pero que tampoco uno se pase la vida en la cama. Y sé que ahora estarás pensando que te estoy utilizando y en tu ex novio y en todo lo que te ha hecho, pero no te pienso hacer algo así porque no puedo pensar en hacer daño a una persona que quiero.- dije y algunas lágrimas cayeron por mis mejillas.
Laia estaba llorando, lo sabía por sus pequeños hipidos a pesar de tener el rostro tapado con sus manos y su pelo. La abracé fuertemente.
- Gracias.- susurró ella.
- ¿Estás enfadada?- pregunté.
- No ya no, pero ahora tienes que demostrar que no me vas a utilizar y que es verdad lo que dices.- contestó ella.
- Vale, vamos a hacer otras cosas, ¿qué te parece si comemos algo y nos vamos al teatro que hay aquí en Dortmund? Es bastante bueno.- dije.
- Vale.- dijo ella secándose las lágrimas y esbozando una pequeña sonrisita.
No me gustaba verla llorar.
Narra Laia:
Me gustaba el cambio que había hecho Mats, había reflexionado, pero tenía que demostrar que de verdad me quería, que me amaba por mi personalidad y por muchas cosas más antes que el sexo.
Íbamos camino del teatro. Yo iba con un vestido corto de color rosa palo, de tirantes unidos al cuello, de gasa y Mats iba con un pantalón de vestir y una camisa. La obra iba a ser en alemán, la obra era una cualquiera de las que se representaban ahora, pero Mats había acertado, a mi me gustaba el teatro.
Narra Mats:
Por lo que me había dicho Laia le gustaba el teatro así que había acertado.
Disfrutamos de la obra y la cogí de la mano, ella sonreía.
- ¿Te ha gustado?- pregunté cuando salíamos.
- Ha estado bien, graciosa, en algunas partes había momentos emotivos. Me gustan así las obras de teatro.- dijo ella.
- Entonces he acertado.- dije.
- Buenísima elección.- dijo ella sonriendo.
La abracé.
- ¿Entonces ya me crees?- pregunté.
- Eres mi novio, me fío de ti y te voy creyendo.-respondió ella.
- De verdad que no quiero hacerte daño, ya lo has podido comprobar este mes y algo más que llevamos.- dije sonriendo.
- Lo estoy comprobando.- dijo ella.
- Eso espero.- dije sonriente y la besé. Dulcemente, sin más intenciones que el propio beso.
La llevé a su casa, le di un beso y me iba a volver a mi casa, pero ella me dijo:
- Quédate esta noche, no me gusta quedarme sola.
- ¿Solo dormir?- pregunté.
- Por el momento sí.- respondió ella.
Le sonreí y acaricié su mejilla.
No me importaba quedarme solo para dormir, era lo que quería, demostrarla que la quería de verdad, que lo nuestro no era solo sexo.
- Deberíamos cenar algo.- dijo ella sacando unos bols.
- Sí, ¿qué quieres?- le pregunté.
- Cereales con leche.- contestó ella.
- ¡Qué cena más elaborada tengo que preparar!- exclamé.
Ella rió.
- Pélame una manzana y un melocotón.- dijo ella.
- Seguimos en las mismas, señorita Laia.- dije guiñándole un ojo.