¿Alguna vez has visto una foto de tu ídolo y has sonreído tanto que te has sentido idiota? Cuando era pequeña mi madre me dijo que un chico me haría llorar, pero jamás pensó que sería un equipo de fútbol. La distancia no es un problema si las ganas de cumplir tu sueño es mayor. No existen límites para soñar. No pido que admires a quien yo admiro, pero si que le respetes. Mis héroes no llevan capa ni máscara, solo se dedican a algún deporte.
miércoles, 8 de octubre de 2014
Sube la temperatura
Capítulo 3
*¡Y hoy os traigo el capítulo 3 de la segunda temporada! Espero que os guste!!! Muchísimas gracias por leer, me encanta recibir comentarios de que os gusta, disfrutar, besitos <3*
- Todos me apoyan y ahora he incluido una persona maravillosa que también me apoya mucho.- dijo mirando mis ojos color miel.
Me sonrojé. Él besó mi mejilla.
- Adelanta, bésala.- dijo su padre.
Mats le hizo caso y me besó. Dulce y tierno.
- Sois pareja, sois jóvenes, no temáis, nosotros no vamos a decir nada.- dijo su madre.
Sonreí.
Ellos estaban siendo muy buenos conmigo y dándole la libertad que Mats necesitaba pero él siempre contaba con la ayuda de sus padres por si algo iba mal.
Comimos un estofado delicioso que había hecho su madre, algunas salchichas alemanas, unos pasteles que había preparado la madre de Mats personalmente.
- Me encantan estos pasteles.- dije relamiéndome.
- Yo también sé hacerlos.- dijo Mats.- Un día te enseño.- me sonrió.
- ¡Me encantaría!- exclamé.
Terminamos de comer y Mats y yo nos fuimos a la casa que Mats tenía en Bergisch.
- ¡Qué ganas te tengo, señorita Laia!- exclamó Mats besando mi cuello cuando entrábamos por la puerta.
- Yo también, señor Mats.- dije besando su cuello.
Nos desnudamos y ahí mismo en el sofá nos unimos en uno, entre las caricias y los besos, entre la pasión y el amor que nos llenaba a los dos porque éramos uno en el amor.
- Te voy a enseñar a hacer los pasteles de mi madre. Son como unos pasteles normales pero se rellenan y decoran como tú quieres, el sabor está en lo que le pones.- dijo Mats guiñándome un ojo.
Hicimos varios, rellenos de chocolate, crema, con virutas de chocolate por encima, virutas de colores, cubiertos de colorante comestible, etc.
- Después de comer todo esto voy a tener que hacer mucho ejercicio.- dije.
- ¿En la cama?- preguntó Mats levantando una ceja.
- También en otros terrenos.- dije riendo.
Mats y yo estábamos sentados en el sofá, se puso de rodillas en el sofá, pasó su mano por detrás de mi cabeza, la sujeto y me besó apasionadamente. Lengua con lengua. Sentí como su otra mano subía desde mi pierna hasta mis pechos. Me aparté un poco de él para coger aire, le miré y ambos estábamos jadeantes.
- Dime cómo haces para volverme tan loco.- dijo él entre jadeos.
Deslicé mi mano por su torso, aún llevaba camiseta, se la quité y volví a deslizar mi mano por su torso desnudo.
- Dime tú cómo haces para volverme loca a mi.- dije jadeante aún.
Mats me recostó en el sofá, me desnudó poco a poco y yo a él. Sentí una presión en mi entrepierna y nos fundimos en uno.
Decidimos irnos a la cama ya que teníamos algo de sueño.
- Explícame como puedes hacer que con tus ojos color miel me quede embobado.- dijo mirándome atentamente Mats.
Me sonrojé.
- Dices unas cosas tan bonitas que enamorarías a cualquier mujer.- dije.
- No pienso enamorar a ninguna más, solo te quiero a ti y lo sabes. Además, tú no eres ninguna cualquiera, eres mi novia, yo soy tu novio, somos el uno para el otro.- dijo Mats.
Me encantaba cuando se ponía cariñoso y cuando era el Mats enamorado profundamente de Laia.
El rubor de mis mejillas no bajaba. Mats me dio un ligero beso en mi mejilla derecha.
- Anda, vamos a dormir.- dijo él con su dulce voz.
Me acurruqué en sus brazos y cerré los ojos sintiendo su calor y su olor.
Narra Mats:
Llevé a Laia a dar un paseo por la ciudad. Mi ciudad no tenía nada especial, las típicas tiendas donde comprar comida, la biblioteca, paradas de autobús, algunos taxis, industrias para la fabricación de papel, de impresión, para la fabricación de vidrio y de alta tecnología. Varios parques y casitas tanto modernas como rurales, aunque aquí preferíamos las rurales para no acabar con la tradición de un bonito pueblo al que le dieron el título de ciudad por su expansión. No muy lejos de mi ciudad había un río, el río Rin, llevé a Laia allí para que pudiese verlo, el río Rin era precioso, tenía mucha vegetación a su alrededor y las aguas del río estaban bastante limpias por lo que hacen de este río un río bonito y limpio. Bonito de admirar. Este río pasa por varios países de Europa, desemboca en el mar del Norte y nace en los Alpes. Rin es de origen celta y significa fluir. A Laia la naturaleza, los paisajes, etc le gustaban mucho así que llevándola a sitios de estos la conquistaba más y la demostraba que sabía lo que ella quería y que realmente la amaba porque así lo sentía.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario