domingo, 30 de agosto de 2015


               Eres la suerte de mi vida
                                          Capítulo 13

Caminaba por el bosque de mi pueblo, ese bosque me había visto crecer, me había visto jugar con las muñecas en un lado del camino, con un balón y con mi hermano por el camino, paseando a mis muñecos por el camino imaginando que era una madre disfrutando del paisaje y de su bebé mientras mi padre cosechaba, sí, mis padres habían sido campesinos y más tarde, empezaron a trabajar en las fábricas que construyeron en el pueblo. Fue un cambio muy brusco porque fue de pasarme el día en el bosque a pisarlo solo los fines de semana cuando mis padres tenían descanso, pero que entrasen en las fábricas nos dio mucho más dinero y es lo que nos permitió a mi hermano y a mí poder estudiar en lo que queríamos. Mi hermano no era tan buen estudiante como yo, pero cuando comenzó en lo que le gustaba, que era administración, empezó a sacar muy buenas notas. Yo sí que he sido siempre muy buena estudiante, me he esforzado mucho y acabé siendo abogada porque siempre defendía a la gente que me importaba, lo hacía con buenos argumentos y las leyes es algo que me llamó la atención desde bien pequeña. Tenía pensado estudiar política o periodismo político, pero decidí que ser abogada me vendría mucho mejor.

Que bonitos recuerdos todos los que tengo en este bosque, me encanta desde pequeña. Las comidas en él los días que hacía sol y buen tiempo siempre me traerán buenas sensaciones. Es aquí donde encuentro paz y tranquilidad.

Escuché mi móvil sonar varias veces dentro de mi bolso, lo busqué y vi que era Erik. Me armé de valor y descolgué la llamada.

-¿Diga?- mi voz temblaba, los nervios se apoderaban de mí.

-Clarissa, tenemos que hablar. ¿Dónde podemos quedar?- no me esperaba que quisiera hablar en persona.

-Erik… No estoy en Dortmund, estoy en mi pueblo. No está muy lejos de Dortmund, pero no puedo irme ahora, he venido a descansar.- dije respondiendo a su pregunta.

-Bien, iré yo. ¿Cuál es el pueblo?- su reacción me impresionó, esto si que no me lo esperaba.

- Halver, está al sur de Dortmund.- contesté.

-Espera que miro cuanto tardo en el navegador.- hubo una pausa.- En media hora estoy allí. ¿Dónde voy cuándo esté allí?- preguntó él.

-En la entrada hay una gran rotonda con una fuente que pone Halver, quédate allí cuando llegues, me llamas y voy a buscarte.

Comencé a patear piedras, estaba cada vez más nerviosa. Agarré mi bolso con fuerza y comencé a correr hacia mi casa, llegué exhausta, no podía más. Mi madre me dio un vaso de agua y me preguntó que pasaba. Le conté todo. Mi padre no estaba, había ido a recoger a mi hermano que había llegado en bus a la plaza. Mi hermano prefirió esta vez el transporte público a pesar de tener el carnet de conducir. Yo prefería mi coche, me parecía más independiente. Mi hermano también estaba soltero, había decidido venir ahora porque así estaríamos los cuatro de la familia juntos.

Después de diez minutos llegaron mi hermano y mi padre, les conté lo que sucedía. A mi hermano le tuve que explicar la historia entera.

-Debe ser importante si quiere hablar contigo en persona.- dijo mi hermano.

-Lo sé, pero estoy asustada y nerviosa, no sé lo que será. Cada vez pienso en cosas peores. Que tendrá que ir a la cárcel, que tendrá alguna enfermedad… Pero luego pienso si le pasase algo de esto, se enteraría la prensa. Debe ser algo muy bien guardado.

Recibí la llamada que estaba esperando de Erik.

-¿Ya estás aquí?- pregunté nada más descolgar la llamada.

Miré el reloj, había pasado más de media hora, unos cuarenta y cinco minutos desde que me llamó la primera vez.

-Sí, estoy donde me dijiste.- respondió él.

-Voy para allá.- suspiré una vez que había colgado.

-Suerte.- me sonrió mi hermano.

Le abracé y les di dos besos a mis padres.

Llegué a la entrada del pueblo.

-Hola.- me saludó él sonriendo.

-Hola.- sonreí.

Nos dimos dos besos.

-¿Dónde podemos ir?- preguntó él.

-Te llevaré al bosque donde he pasado mi infancia.- le fui indicando hasta llegar al bosque donde un rato había contestado su llamada.

Caminamos un rato en silencio, ninguno de los dos se atrevía a decir nada.

-Bueno…- dijo Erik, hizo una pausa.- Tengo que contártelo, necesito que lo sepas. No sé cómo decirlo para que suene mejor así que lo diré sin más… Soy un mujeriego.

Sus palabras me hirieron en lo más hondo. No me esperaba que fuese eso. Nunca me lo hubiese imaginado. Noté como las lágrimas empapaban mis mejillas.

-No llores, Clary.- dijo él intentando abrazarme.

-No me toques.- chillé.

-Es normal que no quieras verme, que no quieras saber de mí. Quería decírtelo porque quiero cambiar. Mis amigos me ayudan, ya no me fijo tantas en las chicas porque estoy enamorado de ti.- le corté.

-¿Y la tía con la que te fuiste la noche en la que nos encontramos en la discoteca? No me dirás que no te acostaste con ella y ahí estabas enamorado de mí ya.- grité.


-No te voy a mentir, me acosté con ella, pero no quiero saber nada más de ella ni de nadie. Te quiero, te quiero y quiero que estemos juntos, pero sé que esto te ha hecho daño. ¿Por qué crees que me alejaba? Estoy intentando cambiar. 

Os dejo los gifs de hoy:

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miércoles, 26 de agosto de 2015


               Eres la suerte de mi vida

                                           Capítulo 12

Narra Clarissa:

Hoy tenía un juicio muy importante, estaba nerviosa, tanto que me había cambiado ya cinco veces de ropa. Me decidí finalmente por una blusa de color blanco, una falda con vuelo roja y unos tacones rojos bastante altos. Pinté mis labios de rojo también y me hice la raya en la parte de arriba del ojo. No hacía mucho frío hoy así que decidí no ponerme ninguna chaqueta, el verano estaba cerca y lo que se iba notando era ya el calor, en Alemania obviamente no hacía un calor asfixiante ni demasiado exagerado, pero tener 20 grados ya era sinónimo de salir a la calle sin chaqueta porque para nosotros ya era saber que iba haciendo calor.

El juicio salió muy bien, era sobre una persona que había puesto una denuncia a una empresa famosa. Era un caso difícil ya que las grandes empresas tienen muy buenos abogados y suelen ganar. No sé si ganaré, pero me iba contenta y orgullosa por el trabajo que había desarrollado.

A la hora de la comida, recibí una llamada. Era Erik. Estaba enfadada así que decidí no contestar y le mandé un mensaje a Elissa diciéndole lo que había hecho, ella estuvo de acuerdo con mi decisión y dijo que había hecho muy bien.

Narra Erik:

Estaba cansado y triste porque quería demasiado a Clarissa, estaba decidido a contarle cómo era yo, sabía que no lo aceptaría, pero que al menos lo supiese y yo intentar superar esta parte de mí y una vez conseguido, intentar estar con ella. Pero no me cogió el teléfono, me dolió. Sabía que no quería cogérmelo, que estaba enfadada porque me fui con otra chica estando ella delante y después de haberle dicho que ella me gustaba. Fui un completo idiota y estoy cansado de ser así, de equivocarme otra vez. Y estoy triste porque sé que la perdí para siempre.

Caminaba por las calles de Dortmund, sin rumbo, perdido en la soledad y la tristeza que me inundaba, ahogándome en lágrimas.

Narra Clarissa:

Andaba sin rumbo, perdida en mí misma, intentando aclararme, ¿por qué sentía yo todo esto? ¿Qué me hacía quererle? Me sentía realmente mal, no entendía porque tenía que quererle, ¿qué había en él para sentir esto? Este sentimiento que me desgarraba el pecho cada vez que recordaba un momento bonito con él, este sentimiento que hacía que mi corazón se ahogase en la pena y que mis lágrimas fluyesen sin control.

Entré en el restaurante en el cual había estado con Erik, pedí un café y mientras que me lo servían, limpiaba mis lágrimas y repasaba mi maquillaje, se había corrido.

-¿Está bien, señorita?- me preguntó el camarero mientras me servía la taza de café.

-No.- susurré y comencé a llorar de nuevo.

-¿Puedo ayudarla en algo?- preguntó él.

-No creo que usted pueda hacer algo, es complicado, tiene que ver con el amor.- respondí secando de nuevo mis lágrimas.

-Ya veo, el amor es difícil, pero le daré un consejo: vale la pena sufrir por quien vale la pena realmente. Y no se confunda, a lo mejor puedo servirle de ayuda, no será ni la primera ni la última persona que se sienta en una de estas sillas con penas de amor.- sonrió él.

Le conté mi historia con Erik al camarero, omitiendo que era Erik Durm con quien había vivido todo esto.

-Él tiene un gran secreto que no quiere contarle, seguro que tiene miedo que usted lo sepa, tiene miedo de hacerla daño. Pero ese chico la quiere, demasiado, por eso intenta alejarla de él, no quiere dañarte.- dijo el camarero, Felipe.

Era brasileño y él me había contado que había emigrado para poder ayudar a su familia en Brasil y que por suerte, ya tenía a su mujer y a sus hijos en Alemania. Tanto él como su mujer estaban trabajando, sus hijos iban a un buen colegio. Él estaba viviendo una gran etapa de su vida mientras que yo… Yo estaba viva y creo que era lo mejor que me había pasado.

Narra Erik:

Pasé por el restaurante en el que había comido con Clarissa aquella vez que la invité después de manchar su ropa de café y hacerla llegar más tarde de lo que ya iba. Decidí no entrar y seguir mi camino, entrar allí solo me recordaría a ella.

Narra Clarissa:

Le di las gracias a Felipe, le dije que vendría más a menudo a interesarme por él y su familia y a conversar con él. También, a tomar algo porque por supuesto las charlas eran un pasatiempo, pero él necesitaba que yo consumiese para poder seguir trabajando. Había pedido un café al principio, pero acabé tomando ese café y dos té de lo nerviosa que me había puesto al contar mi historia con Erik.

Decidí tomarme unos días de vacaciones, la empresa me lo permitió y me fui con mis padres a la casa que tenían en Halver, un pueblo que se situaba al sur de Dortmund, yo había nacido allí.

-¡Qué bien tenerte por aquí!- dijo mi madre abrazándome.

-Hacía mucho que no te veíamos, siempre estás con el trabajo por aquí y por allá, casi nunca sabemos de ti.- dijo mi padre.

-Lo siento, pero esta vez no ha sido por el trabajo. He conocido a un chico, es futbolista, juega en el Borussia de Dortmund, es Erik Durm…- mi padre me cortó.

-¿Durm? ¿Estás con él?- preguntó inquieto.

-Ahora mismo no.- decidí contarles mi historia con Erik, evitando detalles, no era necesario que supiesen lo que hacía o dejaba de hacer en la cama. Con Felipe también me había ahorrado los detalles.

-Se está guardando algo, no quiere hacerte daño. Sea lo que sea deberías hablar con él, si te ha llamado es que estaba decidido a contártelo y tú te negaste. Eso le habrá hecho más daño a él y quién sabe si ahora estará él enfadado.- dijo mi madre.


-Tengo miedo de lo que pueda ser, de lo que oculte. ¿Por qué tiene que ocultarme algo por miedo a que me haga daño? ¿Tan malo es?- estaba cansada de no saber que me ocultaba, estaba decidida a llamarle. 

Las fotos de hoy:

Clarissa:




Erik:




domingo, 23 de agosto de 2015

                                   
                Eres la suerte de mi vida

                                         Capítulo 11          

Narra Clarissa:

Salía con amigas, iba a ver a mi familia, Elissa me llevaba de fiestas para que conociese chicos, seguía con mi trabajo, me esforzaba más en él, pero había algo que no me dejaba concentrarme, que me tenía desorientada, era él, era Erik.

-Estás enamorada, te gusta, no puedes disimularlo y os habéis equivocado, la habéis cagado.- dijo Elissa.

Estábamos en la barra de una discoteca, yo estaba intentando emborracharme, quería no acordarme de nada, pero lo único que hacía era recordarlo todo más y deprimirme aún más, esto era una mierda sinceramente.

Oí risas en el local, un fuerte olor a una colonia que me recordaba a él, pero no podía ser él. Sería una locura coincidir ahora. Giré mi cabeza para estar segura de que no era él, pero por desgracia o por suerte, allí estaba él. Su pelo se veía más oscuro de lo normal por la luz que había en la discoteca, sus ojos destacaban entre la oscuridad, esos ojos que me miraban con deseo cada vez que me tenía entre sus brazos.

-¡Anda! Tú por aquí.- dijo él sonriendo.

Su sonrisa deslumbraba en la oscuridad.

-Eso mismo digo yo.- no quería sonar cortante.

-¿Qué haces? ¿Beber para olvidar?- preguntó él.

-Lo intentaba, pero nada más que hago que recordar más y deprimirme.- no sabía porque había dicho eso, no sabía porque había sido tan sincera, a lo mejor había sido el alcohol.

-Si te soy sincero, me está pasando lo mismo. Eres difícil de sacar de la mente, preciosa.- río él.

Me había llamado preciosa, los motes cariñosos en sus labios sonaban de forma ideal.

-¿Por qué nos hacemos sufrir de esta forma? ¿Por qué nos obligamos a estar separados si lo que queremos es estar juntos?- pregunté, realmente estaba confusa, no entendía por qué teníamos que estar así.

-No te merezco, no soy bueno para ti así que no quiero que estés conmigo. Te quiero mucho, no sé si hasta el punto de llegar a matar por ti, pero no puedo estar contigo.- respondió él terminando su copa de whisky.

-No lo entiendo, ¿por qué dices eso?- estaba molesta, quería saber la verdad.

-No te lo diré, te asustaría con ello, te haría más daño.- respondió él, dejó la copa y agarró a una chica por la cintura mientras que reían y se alejaban de mí.

¿En serio que lo estaba pasando mal? Porque no lo demostraba, muchos menos yéndose con esa. Estaba enfurecida, no quería saber nada de él.

-Es un imbécil, olvídale Clarissa.- dijo Elissa.

Me había olvidado completamente de ella, pero ella había estado todo el rato ahí, había presenciado la misma escena que yo, había escuchado toda la conversación que había mantenido con Erik.

-No sé ni lo que siento por él, creo que me gusta, no diré que es amor porque eso no se sabe con seguridad al principio, pero lo que tengo seguro es que me está haciendo daño y es un imbécil, por desgracia no le olvidaré tan fácilmente.- Elissa se levantó y me ayudó a levantarme, con las copas de más me costaba un poco estar en pie, pero acabé consiguiendo tener equilibrio.

Me desperté y tenía un fuerte dolor de cabeza. ¿Quién me mandaría beber tanto? A veces soy un poco estúpida, hago locuras sin tener en cuenta las consecuencias y así me va.

Narra Erik:

Me desperté y vi a mi lado a una mujer rubia dormida a mi lado, estaba desnuda por lo que sabía que había tenido relaciones con ella, tenía muy buen cuerpo. ¿Para qué mentir? 

Apenas tenía recuerdos de aquella noche con esta bella mujer, recuerdos fugaces, gemidos que se perdían en la oscuridad de la noche.

Me levanté de la cama, yo también estaba desnudo así que me vestí con unos pantalones, dejé mi torso desnudo, me gustaba presumir de él después de una noche como la de ayer, las mujeres que se acostaban conmigo y me veían a la mañana siguiente con el torso desnudo suspiraban y quedaban rendidas a mis pies, luego me gustaba rechazarlas. Erik pocas veces repite con la misma, Clarissa había sido una excepción y una gran excepción porque cuando repito con alguna es una vez más y ahí acaba, con ella había tenido más de dos polvos.

-Buenos días.- dijo la mujer entrando en la cocina y observando mi torso desnudo. Soltó una risita.- Muy buena noche la de ayer.- se mordió el labio.

-Lo mismo digo.- no me acordaba de su nombre, intentaba recordarlo… ¿Teresa? No ¿Sophia? Tampoco ¿Stephanie? Sí, se llamaba así.

-¿No te acuerdas de mi nombre?- preguntó ella.

-Sí, es Stephanie.- respondí con seguridad.

-No, me llamo Lucía y soy española, te lo repetí veinte veces ayer, querías estar seguro de que yo era española y tuve que enseñarte mi DNI.- ella recogió sus cosas y salió dando un portazo.

Estaba enfadada, eso estaba claro. Al menos me había ahorrado la bronca que solía tener con todas de que no quería volver a acostarme con ella y que se largase de mi vida. Se había largado ella por su cuenta y sé que no volvería porque a las mujeres les molesta mucho que no te acuerdes de su nombre después de haberte acostado con ella.


Que extraño eso de que quería estar seguro de que ella fuese española, tal vez porque nunca me he acostado con una española y quería saber cómo eran en la cama, pues he de reconocer que no está nada mal, me mordí el labio recordando la noche que había pasado, poco a poco los recuerdos volvían a mí. 
Hoy os traigo algunos gifs:

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miércoles, 19 de agosto de 2015


             
               Eres la suerte de mi vida                               

                                         Capítulo 10

Llegó el domingo y el Borussia de Dortmund jugó un partido de liga contra el Schalke 04. Fui a ver a Erik jugar, él era defensa, jugó bien, mantuvo a los delanteros del Schalke a raya, el Borussia ganó 1-0, un marcador muy justo, pero que le permitía que se quedarán tres puntos en casa.

-¡Qué bien has jugado, Erik!- grité abrazándome a él.

Él sonrió y me guiñó un ojo.

-Como me estabas mirando, sabía que tenía que jugar bien para que estuvieses orgullosa.

Reí y le di un beso en la mejilla.

Nuestras reacciones ahora habían sido raras, parecíamos pareja cuando solo éramos amigos que se acostaban de vez en cuando.

-Esto ha sido raro.-dije yo.

-Recuerda lo que somos.-dijo él.

-Sé perfectamente lo que somos y que no hay nada más.

-Bueno, no te vayas a ilusionar.

- ¿Qué pasa? ¿Tú no tienes sentimientos o qué?- le reproché.

-Sí, sí que los tengo, pero sé perfectamente lo que siento y no siento nada más que una amistad.

- Te recuerdo que él que me hace la cena y me trata como una novia en ciertas ocasiones eres tú.- Y tras esto me marché enfadada.

No sabía por qué él había dicho que no me ilusionase si yo no sentía nada y nunca iba a sentir nada, tenía muy claro mis sentimientos.

Narra Erik:

Ella me gustaba, pero sabía que lo nuestro era imposible. Yo a ella no le gustaba, lo nuestro solo era sexo y sabía que tenía que comportarme como el típico orgulloso e idiota que tiene que hacer que la tía no se ilusione porque por mucho que la quiera, sé que la haré daño si ella se enamora de mí porque soy un mujeriego, soy todo lo contrario a lo que ella se merece.

Decidí dormirme pronto, estaba cansado. Mañana le llevaría las cosas que se había dejado Clarissa a su casa porque se había marchado enfadada y había dejado todo en mi casa.

Narra Clarissa:

Era muy temprano cuando abrí la puerta, aún estaba en pijama, despeinada y con las legañas en los ojos.

-¿Qué haces aquí?- le pregunté a Erik con un tono en el que se podía notar cierta molestia.

-Te traigo las cosas que has dejado en mi casa, no te las llevaste ayer porque como te fuiste enfadada.- respondió él pasando a mi casa y dejando algunas bolsas con mis cosas dentro.

-Gracias, ni me acordaba.- dije intentando sonar amable, me arrepentía de haberle tratado como le había tratado.

-Bueno, creo que tú ya no quieres saber nada de mí así que creo que lo mejor es que nos distanciemos si vamos a hacernos daño.- dijo él.

Sus palabras me dolieron, no sabía por qué, me dolía que ahora quisiese alejarse de mí.

-Si así lo quieres…- lo dije con la intención de que no quisiera, de que aún quisiera mantener relaciones conmigo.

-No sé si es lo que quiero, pero creo que es lo mejor.- dijo él tajante.

Asentí con la cabeza, nos dimos dos besos y le vi marcharse. Aquí había acabado esta aventura y no sé por qué, pero dolía, dolía más de lo que yo creí que iba a doler.

Narra Erik:

Iba conduciendo mientras que las lágrimas se escapaban de mis ojos, no lo podía soportar, la quería más de lo que creía, pero sé que no la merezco, ella no me merece, sí, me estoy infravalorando, pero es la verdad, soy un mujeriego, siempre hago daño a las personas que quiero y hago que acaben alejándose de mí por miedo a que las vuelva a dañar, soy así y no cambiaré nunca.

Tuve que aparcar el coche, mi vista se había nublado, no podía seguir conduciendo, pegué un golpe al volante y grité, la desesperación me podía, el amor dolía.

Narra Clarissa:

Me tiré al sofá, no podía dormir aunque ayer me había acostado tarde y Erik me había despertado bien temprano. Un cosquilleo recorría mi estómago, me tomé una tila y acabé devolviéndola, no toleraba nada. Estaba nerviosa, no lo entendía. No le quiero me repetía, ¿pero era autoconvencimiento? ¿En verdad le quería?

Pasaron las horas, los días, una semana… Quería llamarle, quería buscarle y decirle que esto era una tontería, que nos habíamos equivocado.

Narra Erik:

Quería llamarla, decirle que había sido una locura, que había sido un tonto, pero ella estaría enfadada o haciendo su vida ya porque no le gustaba y yo le daba igual.
Hummels me dijo que nos fuésemos de fiesta, que así se me pasaría, él era un gran amigo y siempre estaba ahí para ayudarme, pero por más mujeres con las que me acostase, por más mujeres que conociese, por más mujeres con las que ligase, no podía olvidarla, ella era la única que podía hacerme sentir bien, aquella que sabía cosas de mí y las había aceptado, pero esta era la parte que no conocía y que jamás me perdonaría, sabía que la iba a hacer daño y me convencía que tenía que olvidarla, que no seríamos nada.

¡Imbécil!- me gritaba una y otra vez.

Empecé a pegar puñetazos a la pared, a gritar con rabia.


Erik deja de ser así, eres un imbécil.- me dije a mí mismo y caí al suelo empapado en lágrimas preguntándome por qué el amor dolía tanto.

Os dejo las fotos primero:

Fotos de Clarissa:




Foto de Clarissa y Elissa:


Fotos de Erik:





domingo, 16 de agosto de 2015

      
                Eres la suerte de mi vida   


                                       Capítulo 9

*Antes de nada os diré que ya he acabado la historia, pero que seguiré subiendo miércoles y domingos porque no tengo tiempo para subir todos los días. Además de que los miércoles habrá fotos y los domingos gifs. Besos. Gracias por leer :)*

Entré en casa, me cambié de ropa y metí un pijama, zapatos y ropa de cambio en una mochila para pasar el resto del fin de semana en casa de Erik. Él me había invitado y yo no iba a oponerme. Además, yo tenía ganas de pasar tiempo con él para divertirme un rato.
Mientras que me dirigía a casa de Erik iba pensando en los gestos que él había tenido conmigo, pero seguía pensando que solo había sido amable, ambos habíamos quedado en que nada de sentimientos, ninguno de los dos quería nada serio.

-Vamos a dejar tus cosas en la habitación en la que dormiste ayer.- dijo Erik cogiendo mi mochila y subiendo las escaleras.
Había tenido otro gesto bonito hacia a mí.

-Erik, voy a salir a dar una vuelta por la ciudad, además quiero comprar algunas cosas. - le dije.

-Si quieres te acompaño.- dijo él sonriendo.
-Estaría bien.

Caminábamos por la ciudad.

-¿Y qué quieres comprar?- preguntó él.

-Algunos libros, algo de maquillaje y comida para esta semana.- respondí mientras que entrábamos en una librería.

-Así que a la vuelta tendremos que pasar por tu casa para dejar todo, ¿no?
Asentí.

-Menos mal que he traído el coche porque no sé cómo pensabas llevar todo lo que quieres comprar a tu casa andando.- pronunció él.

-Más de una vez lo he hecho.- le miré.

-Pues permíteme que te diga que estás algo loca.

-Sin locura, no hay felicidad.- sonreí.

Él rio.

Miré varios libros mientras que Erik me esperaba sentado.

-¿No te interesa la lectura?-pregunté mientras que ojeaba la portada y el título de un libro.

-Si me interesa, pero tengo muchos por leer aún y no quiero andar comprando ahora para tener que dejarlos por ahí tirados por un tiempo.- contestó él.

Le sonreí.

Seguí observando varios libros hasta que me decidí por cuatro, pagué los libros y salimos de la librería dirección de un centro comercial donde compraría algo de maquillaje y miraría algo de ropa en una tienda, pero no quería estar mucho tiempo para que Erik no se cansase. A veces las mujeres podemos ser muy pesadas con el tema de comprar ropa.

Compré dos pintalabios, uno de color rosa y otro de color rojo, un colorete de un color un poco más oscuro que el tono de mi piel para destacar un poco las mejillas, pero no para parecerme a Heidi, una base del mismo tono de mi piel y un rímel.

Entramos en la tienda, Erik puso mala cara.

-Tranquilo, no voy a tardar nada, de verdad. Solo quiero mirar unas camisetas y si me gusta alguna, me la pruebo, me la compro o lo que sea y nos vamos. Y si no me gusta nada, no pienso ir a ninguna tienda más.

Él asintió.

Al final no me decidí por ninguna camiseta y nos fuimos al coche a dejar lo que había comprado en la librería y en la tienda de maquillaje ya que ahora íbamos a comprar la comida.

-Gracias por acompañarme, Erik. Ha sido muy amable y gracias por llevarme en coche a casa para que no tenga que cargar con tanta bolsa.- sonreí.

-No es nada, yo también quería salir a dar una vuelta.- él conducía mientras que yo le miraba fijamente.

-¿Soy guapo?-preguntó él.

Me sonrojé, me había pillado observándole.

-La verdad es que eres muy guapo.

-Tú sí que eres muy guapa.- sonrió mientras que me dedicaba una mirada.

-¿Sabes?-pregunté.

-Dime.- respondió él.

-Me siento cómoda y con confianza cuando estoy contigo.- no sabía porque se lo había dicho, pero sentí la necesidad de decírselo.

-Lo mismo digo.- hizo una pausa- El próximo gol te lo voy a dedicar, pero soy defensa así que no sé si marcaré pronto o dentro de mucho.

-Da igual cuando marques. Por cierto, ¿este fin de semana no juegas?-pregunté.

-Si juego.- respondió él mientras que aparcaba el coche en frente de mi casa.

-¿Cuándo?

-Mañana, a las 18:00.

-Así que juegas el domingo.- dije

-Sí, además juego aquí, si no hubiese jugado el domingo y en casa no te hubiese invitado a pasar el fin de semana en mi casa.


Nos bajamos del coche y entramos todas las bolsas a mi casa, él me ayudó a colocar todo.

Hoy os traigo primeros los gifs:

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miércoles, 12 de agosto de 2015

    
             Eres la suerte de mi vida

                                     Capítulo 8

*Holaaa, ya estoy aquí, como os prometí, aunque volví antes del domingo, pero tuve que resolver unos asuntos en Madrid así que es por eso que no pude subir, espero que lo entendáis. Ahora todo vuelve a la normalidad. ¡Gracias por leer!*

Llegamos al orgasmo, Erik me miraba sonriendo, sentía su aroma mientras que él estaba encima de mí, pasé una mano por su pelo.

Erik se sentó el sofá y me miró, ambos estábamos desnudos y por primera vez no me sentí intimidada mientras que un hombre miraba mi cuerpo completamente desnudo.

-¿Qué pasó con tus novios?-preguntó Erik.

-¿Por qué lo preguntas?- pregunté.

-Nunca me has hablado de ellos y siento curiosidad.- respondió él mirando mis ojos.- Tus ojos son bonitos.

Me sonrojé ante lo que había dicho.

-He tenido dos. Uno cuando era adolescente, desde los 17 hasta los 19 y con el cual perdí la virginidad, todo muy bonito, pero empezamos a pelear por nada y al final de la relación lo único que nos unía era el sexo y ninguno de los dos quería eso así que lo dejamos. Mi segundo novio estuve con él durante dos años, desde los 20 hasta ahora, hace unos meses rompimos sin más, simplemente no estábamos a gusto y no quiero volver a tener novio hasta dentro de un tiempo, quiero estar sola, vivir, no tener que preocuparme por tener que ser bonita con un chico y sentir la sensación de libertad, de acostarme con quiera y de besar a quiera en el momento que quiera, salir sin que anden diciéndome con quien voy y a ver que me pongo, sé que todos los tíos no sois así, pero cuando veis que vuestra chica lleva una falda algo corta os preocupa que otro tío la mire y ande detrás de ella y por eso nos pedís, a veces, exigís que nos la quitemos y nos pongamos algo más largo, pero mírame, Erik, tengo 22 años, unas piernas de escándalo y un culo de infarto, tengo todo bien en mi sitio y esto no dura para siempre, quiero sentirme bien conmigo misma y tener la suficiente confianza para ponerme delante de un tío desnuda y decirle: “fóllame esta noche, mañana cuando nos levantemos nos preocuparemos por nuestros problemas, pero hoy quiero sentirme deseada.” Y te cuento todo esto porque tengo la suficiente confianza para decírtelo, sé que tú no irás contándolo porque sé que a ti te molesta que vayan contando tus intimidades así que no contarás las mías.

-Y puedes tener toda la confianza que quieras.- él sonrió.

-¿Y tus novias, Erik? Cuéntame sobre ellas.- me senté en el sofá y le miré a sus profundos ojos azules, tan azules como el cielo en sus mejores días.

-He tenido tres, la primera es con la que perdí la virginidad, desde los 16 hasta los 19 y después tuve una desde los 20 hasta los 21 y hace poco tuve otra, duré unos meses con ella, pero ya sabes que les gusta más el dinero que yo y eso no lo voy a permitir. No quiero que alguien esté conmigo por interés, así no me siento bien. Además, no quiero mujeres que estén relacionadas con la fama, sí, que pueden llevarla mejor que una chica que no esté en contacto con la fama, ¿pero qué más da? No quiero una mujer que esté interesada en que no la graben de cierta manera o que le hagan una foto de cierta manera, que parezca tan artificial y que podrá tener los sentimientos más puros hacia a mí, pero me seguirá pareciendo lo que es, una mujer preocupada por su fama, yo lo que busco, lo que quiero es una chica natural, que no esté relacionada con la fama, que le dé igual salir de una forma o de otra, que haga algo en público con el riesgo de que la graben y que le de igual, me van los riesgos, Clarissa.

- Así que a Erik Durm le gusta arriesgar, pero parece ser que no le pillan.
Él besó mi cuello.

-Me gusta observarte desnuda, sé que no te importa y que es lo que quieres. Además, te miro como deberían mirarte todos con deseo porque lo que tengo delante pocas veces se ve. En este caso sí que me he fijado en ti por el físico porque es lo que necesito para acostarme con alguien, pero si me hubiese fijado en tu personalidad, algo que no me desagrada, es más, me gusta, me resulta agradable, me daría igual que después tu cuerpo se perdiese porque lo que queda siempre es la personalidad y es con lo que voy a convivir.

-En el fondo tienes un grandísimo corazón y que pena que pocas personas lo conozcan porque es algo que todo el mundo debería conocer de ti, mirar más allá de la fama, del dinero que ganes.- dije siendo sincera.

- Todo el mundo debería conocer como eres, Clary, podrías dejar a cualquiera maravillado con tu forma de hablar, con tu forma de expresarte y de demostrar como eres y quien eres sin importarte lo que digan.

Le abracé, un abrazo cálido y fuerte, me sentía segura entre sus brazos, era una sensación extraña.

-Me voy a dormir, Erik, estoy cansada.- le guiñé un ojo.

-Normal, debes estar cansada de tanto esfuerzo.- me guiñó un ojo.

-Si quieres duermo yo hoy en otra habitación para dejarte tu espacio.- dijo él.

Siempre tan atento.

-Duerme en tu habitación y a mí déjame otra, que no me importa.

Erik me enseñó otra habitación de la casa, esta habitación estaba pintada de un color verde, un color relajante también y tenía muebles en blanco y en madera, una cama amplia, mesillas de color blanco y el armario y la cómoda en madera, un color un poco más oscuro que el que había en la habitación de Erik. Esta habitación, al igual que la de Erik, tenía un baño, amplio y luminoso.

-Está muy bonita la habitación, gracias por pensar que necesito espacio y por dejármelo, es muy amable por tu parte.- sonreí.

Él me apartó un mechón de la cara y susurró cerca de mí:

-¿Ya te han dicho que tienes una sonrisa preciosa que podría iluminar el rincón más oscuro de la habitación más oscura?

-Me habían dicho que mi sonrisa era bonita, pero no habían llegado a detallarme cuanto, gracias por detallármelo.


No sabía si Erik se estaba dejando guiar por sus sentimientos o si solo quería ser amable. 

Las dudas empezaban a surgir.

Hoy voy a subir primero las fotos.

Fotos de Clarissa:



Fotos de Erik:



Foto de Erik y Clarissa:



domingo, 2 de agosto de 2015

                                             
                   Eres la suerte de mi vida


¡Información! ¡Importante!

Antes de publicar el capítulo de hoy, tengo que deciros que como en España es verano, me voy a ir de vacaciones y no subiré en un tiempo, no os preocupéis antes del 15 de agosto estoy aquí y subiré prontito, como mucho estaréis un miércoles y un domingo sin capítulo. Espero que comprendáis, pero creo que todos nos merecemos y queremos unas vacaciones. Que paséis una bonita semana y no vemos en nada. Besos y gracias por leer.  Ahora os dejo con el capítulo 7:

                                         Capítulo 7 

-¿Te quedas a dormir?-preguntó Erik.

-No tengo nada de ropa.

-¿Y eso importa? Para dormir puedes ponerte alguna camiseta mía, seguro que te queda larga y para irte pues tienes la ropa que has traído. Ya mañana puedes coger algo de ropa en tu casa y si quieres quedarte de nuevo a dormir no me importa, más diversión.- me guiñó un ojo.

-Está bien, haré eso.

- ¿Y volverás a quedarte a dormir?-preguntó él.

- Si quieres sí.- respondí.

-Lo estoy deseando.- dijo acercándose a mí y agarrándome por la cintura.

-Desliza las manos, no te preocupes.- reí

Deslizó sus manos hacia abajo, hasta que se posaron en mi culo.

-¿Ahí están bien?-preguntó.

-Perfectamente.- susurré en su oído.

-Me gusta poner las manos aquí.- dijo él con un tono provocador.

-A mí me excita que las pongas ahí.- dije soltando una risita.

-¿Quieres ahora?-preguntó él.

Le besé apasionadamente, deslicé mis manos por el interior de su camiseta para más tarde quitársela. Él deslizó sus manos por debajo de mi camiseta y me la quité, él soltó una sonrisita al quitarme el sujetador. Yo tampoco pude reprimir la sonrisa. Terminé de desnudarle y él me desnudó a mí. Me subió encima de la encimera de la cocina.

-¿Te gusta hacerlo en la cocina o qué?-pregunté riendo.

-Me da igual en que sitio, solo quiero disfrutar.- contestó él y besó mi cuello.

Los besos en el cuello eran una de mis debilidades, él sabía que me gustaban, que me excitaban.

-¿Sabes que una de mis fantasías era hacerlo en una mesa de cocina y qué contigo lo he cumplido?

- ¿Ah sí? Me gusta que cumplas fantasías conmigo. Pero lo que más me gusta es hacerte disfrutar.- dijo él y los besos fueron bajando por mi cuerpo.

Le dejé entrar en mí mientras que soltaba gemidos de placer y finalmente, ambos nos fundimos en uno.

Estaba en la habitación de Erik leyendo tranquilamente, le había pedido un poco de calma y cuando quería descansar solía leer.

Decidí bajar para comer algo, pero para mi sorpresa la cena ya estaba preparada, Erik había cocinado una ensalada de los más sencillita, pero con una buena presentación y dos filetes con patatas.

-No cocino estupendamente, pero esto es algo de lo más fácil y de lo que mejor sé hacer.- él sonrió.

-Es muy amable de tu parte, así ya no tendré que preocuparme por buscar algo de comida por la nevera.- reí.

Nos sentamos a la mesa y cenamos. El gesto de Erik me había resultado bonito y muy amable por su parte, se había preocupado por mí a la hora de la comida y no había permitido que tuviese que andar buscando algo para comer.

-Estaba todo muy rico, Erik.- dije sonriendo, pensé lo siguiente que iba a decir, pero lo dije- 

Gracias.- volví a sonreír.

-No es nada, es mi casa, tú eres la invitada, te tengo que tratar como tal.- sonrió.

Seguía pensando que tenía una sonrisa muy bonita, deslumbrante.

Recogimos la mesa y nos tumbamos en el sofá, Erik puso el primer canal que pilló y en él había una película, no me interesaba mucho, pero no iba a decirle que no me gustaba, era su casa y él ponía lo que quería.

Puse una pierna por encima de sus piernas y él me miró, no hizo nada, yo empezaba a tener ganas, coloqué la otra pierna encima de él, me miró con una sonrisita, pasó una mano por detrás de mi espalda y empezó a acariciarla, a dar pequeños masajitos y yo comencé a acercar mi cuerpo hacia él, la tensión entre nosotros aumentaba por momentos, él me mordió suavemente un moflete y me reí, nunca me habían hecho eso, pero me resultaba bonito y gracioso.

-Estás rica.- dijo él riendo.

-Ahora me acabas de probar de una forma diferente, ¿también te gusto así?

Él asintió con la cabeza y me recostó en el sofá, él se puso sobre mí.

-Me he dado cuenta de que te gusta estar más abajo que arriba, bueno, me gusta cumplir esos deseos.

Había dado en el clavo, me gustaba estar más abajo que arriba.

Comenzó a darme besos en el cuello, me desnudó y siguió dándome besos bajando por mi cuerpo, empecé a quitarle la ropa.

-Oh vamos, ya la has vistos varias veces, ¿no te irás a sorprenderte ahora?-Erik rio.

-No, ¿pero es que no puedo mirar?- reí.


En unos segundos sentí que ya estábamos unidos y oí sus gritos de placer, sentía sus embestidas, sus manos recorrer mi cuerpo, mis manos también recorrían su cuerpo y clavaba mis uñas suavemente en su espalda.

Gif de Erik:

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