Eres la suerte de mi vida
Capítulo
11
Narra Clarissa:
Salía con amigas, iba a ver a mi familia, Elissa me llevaba
de fiestas para que conociese chicos, seguía con mi trabajo, me esforzaba más
en él, pero había algo que no me dejaba concentrarme, que me tenía
desorientada, era él, era Erik.
-Estás enamorada, te gusta, no puedes disimularlo y os
habéis equivocado, la habéis cagado.- dijo Elissa.
Estábamos en la barra de una discoteca, yo estaba
intentando emborracharme, quería no acordarme de nada, pero lo único que hacía
era recordarlo todo más y deprimirme aún más, esto era una mierda sinceramente.
Oí risas en el local, un fuerte olor a una colonia que me
recordaba a él, pero no podía ser él. Sería una locura coincidir ahora. Giré mi
cabeza para estar segura de que no era él, pero por desgracia o por suerte,
allí estaba él. Su pelo se veía más oscuro de lo normal por la luz que había en
la discoteca, sus ojos destacaban entre la oscuridad, esos ojos que me miraban
con deseo cada vez que me tenía entre sus brazos.
-¡Anda! Tú por aquí.- dijo él sonriendo.
Su sonrisa deslumbraba en la oscuridad.
-Eso mismo digo yo.- no quería sonar cortante.
-¿Qué haces? ¿Beber para olvidar?- preguntó él.
-Lo intentaba, pero nada más que hago que recordar más y
deprimirme.- no sabía porque había dicho eso, no sabía porque había sido tan
sincera, a lo mejor había sido el alcohol.
-Si te soy sincero, me está pasando lo mismo. Eres difícil
de sacar de la mente, preciosa.- río él.
Me había llamado preciosa, los motes cariñosos en sus
labios sonaban de forma ideal.
-¿Por qué nos hacemos sufrir de esta forma? ¿Por qué nos
obligamos a estar separados si lo que queremos es estar juntos?- pregunté,
realmente estaba confusa, no entendía por qué teníamos que estar así.
-No te merezco, no soy bueno para ti así que no quiero que
estés conmigo. Te quiero mucho, no sé si hasta el punto de llegar a matar por
ti, pero no puedo estar contigo.- respondió él terminando su copa de whisky.
-No lo entiendo, ¿por qué dices eso?- estaba molesta,
quería saber la verdad.
-No te lo diré, te asustaría con ello, te haría más daño.-
respondió él, dejó la copa y agarró a una chica por la cintura mientras que
reían y se alejaban de mí.
¿En serio que lo estaba pasando mal? Porque no lo
demostraba, muchos menos yéndose con esa. Estaba enfurecida, no quería saber
nada de él.
-Es un imbécil, olvídale Clarissa.- dijo Elissa.
Me había olvidado completamente de ella, pero ella había
estado todo el rato ahí, había presenciado la misma escena que yo, había
escuchado toda la conversación que había mantenido con Erik.
-No sé ni lo que siento por él, creo que me gusta, no diré
que es amor porque eso no se sabe con seguridad al principio, pero lo que tengo
seguro es que me está haciendo daño y es un imbécil, por desgracia no le
olvidaré tan fácilmente.- Elissa se levantó y me ayudó a levantarme, con las
copas de más me costaba un poco estar en pie, pero acabé consiguiendo tener
equilibrio.
Me desperté y tenía un fuerte dolor de cabeza. ¿Quién me
mandaría beber tanto? A veces soy un poco estúpida, hago locuras sin tener en
cuenta las consecuencias y así me va.
Narra Erik:
Me desperté y vi a mi lado a una mujer rubia dormida a mi
lado, estaba desnuda por lo que sabía que había tenido relaciones con ella,
tenía muy buen cuerpo. ¿Para qué mentir?
Apenas tenía recuerdos de aquella
noche con esta bella mujer, recuerdos fugaces, gemidos que se perdían en la
oscuridad de la noche.
Me levanté de la cama, yo también estaba desnudo así que me
vestí con unos pantalones, dejé mi torso desnudo, me gustaba presumir de él
después de una noche como la de ayer, las mujeres que se acostaban conmigo y me
veían a la mañana siguiente con el torso desnudo suspiraban y quedaban rendidas
a mis pies, luego me gustaba rechazarlas. Erik pocas veces repite con la misma,
Clarissa había sido una excepción y una gran excepción porque cuando repito con
alguna es una vez más y ahí acaba, con ella había tenido más de dos polvos.
-Buenos días.- dijo la mujer entrando en la cocina y
observando mi torso desnudo. Soltó una risita.- Muy buena noche la de ayer.- se
mordió el labio.
-Lo mismo digo.- no me acordaba de su nombre, intentaba
recordarlo… ¿Teresa? No ¿Sophia? Tampoco ¿Stephanie? Sí, se llamaba así.
-¿No te acuerdas de mi nombre?- preguntó ella.
-Sí, es Stephanie.- respondí con seguridad.
-No, me llamo Lucía y soy española, te lo repetí veinte
veces ayer, querías estar seguro de que yo era española y tuve que enseñarte mi
DNI.- ella recogió sus cosas y salió dando un portazo.
Estaba enfadada, eso estaba claro. Al menos me había
ahorrado la bronca que solía tener con todas de que no quería volver a
acostarme con ella y que se largase de mi vida. Se había largado ella por su
cuenta y sé que no volvería porque a las mujeres les molesta mucho que no te
acuerdes de su nombre después de haberte acostado con ella.
Que extraño eso de que quería estar seguro de que ella
fuese española, tal vez porque nunca me he acostado con una española y quería
saber cómo eran en la cama, pues he de reconocer que no está nada mal, me mordí
el labio recordando la noche que había pasado, poco a poco los recuerdos
volvían a mí.
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