Eres la suerte de mi vida
Capítulo 12
Narra Clarissa:
Hoy tenía un juicio muy importante, estaba nerviosa, tanto
que me había cambiado ya cinco veces de ropa. Me decidí finalmente por una
blusa de color blanco, una falda con vuelo roja y unos tacones rojos bastante
altos. Pinté mis labios de rojo también y me hice la raya en la parte de arriba
del ojo. No hacía mucho frío hoy así que decidí no ponerme ninguna chaqueta, el
verano estaba cerca y lo que se iba notando era ya el calor, en Alemania
obviamente no hacía un calor asfixiante ni demasiado exagerado, pero tener 20
grados ya era sinónimo de salir a la calle sin chaqueta porque para nosotros ya
era saber que iba haciendo calor.
El juicio salió muy bien, era sobre una persona que había
puesto una denuncia a una empresa famosa. Era un caso difícil ya que las
grandes empresas tienen muy buenos abogados y suelen ganar. No sé si ganaré,
pero me iba contenta y orgullosa por el trabajo que había desarrollado.
A la hora de la comida, recibí una llamada. Era Erik.
Estaba enfadada así que decidí no contestar y le mandé un mensaje a Elissa
diciéndole lo que había hecho, ella estuvo de acuerdo con mi decisión y dijo
que había hecho muy bien.
Narra Erik:
Estaba cansado y triste porque quería demasiado a Clarissa,
estaba decidido a contarle cómo era yo, sabía que no lo aceptaría, pero que al
menos lo supiese y yo intentar superar esta parte de mí y una vez conseguido,
intentar estar con ella. Pero no me cogió el teléfono, me dolió. Sabía que no
quería cogérmelo, que estaba enfadada porque me fui con otra chica estando ella
delante y después de haberle dicho que ella me gustaba. Fui un completo idiota
y estoy cansado de ser así, de equivocarme otra vez. Y estoy triste porque sé
que la perdí para siempre.
Caminaba por las calles de Dortmund, sin rumbo, perdido en
la soledad y la tristeza que me inundaba, ahogándome en lágrimas.
Narra Clarissa:
Andaba sin rumbo, perdida en mí misma, intentando
aclararme, ¿por qué sentía yo todo esto? ¿Qué me hacía quererle? Me sentía
realmente mal, no entendía porque tenía que quererle, ¿qué había en él para
sentir esto? Este sentimiento que me desgarraba el pecho cada vez que recordaba
un momento bonito con él, este sentimiento que hacía que mi corazón se ahogase
en la pena y que mis lágrimas fluyesen sin control.
Entré en el restaurante en el cual había estado con Erik,
pedí un café y mientras que me lo servían, limpiaba mis lágrimas y repasaba mi
maquillaje, se había corrido.
-¿Está bien, señorita?- me preguntó el camarero mientras me
servía la taza de café.
-No.- susurré y comencé a llorar de nuevo.
-¿Puedo ayudarla en algo?- preguntó él.
-No creo que usted pueda hacer algo, es complicado, tiene
que ver con el amor.- respondí secando de nuevo mis lágrimas.
-Ya veo, el amor es difícil, pero le daré un consejo: vale
la pena sufrir por quien vale la pena realmente. Y no se confunda, a lo mejor
puedo servirle de ayuda, no será ni la primera ni la última persona que se
sienta en una de estas sillas con penas de amor.- sonrió él.
Le conté mi historia con Erik al camarero, omitiendo que
era Erik Durm con quien había vivido todo esto.
-Él tiene un gran secreto que no quiere contarle, seguro
que tiene miedo que usted lo sepa, tiene miedo de hacerla daño. Pero ese chico
la quiere, demasiado, por eso intenta alejarla de él, no quiere dañarte.- dijo
el camarero, Felipe.
Era brasileño y él me había contado que había emigrado para
poder ayudar a su familia en Brasil y que por suerte, ya tenía a su mujer y a
sus hijos en Alemania. Tanto él como su mujer estaban trabajando, sus hijos
iban a un buen colegio. Él estaba viviendo una gran etapa de su vida mientras
que yo… Yo estaba viva y creo que era lo mejor que me había pasado.
Narra Erik:
Pasé por el restaurante en el que había comido con Clarissa
aquella vez que la invité después de manchar su ropa de café y hacerla llegar
más tarde de lo que ya iba. Decidí no entrar y seguir mi camino, entrar allí
solo me recordaría a ella.
Narra Clarissa:
Le di las gracias a Felipe, le dije que vendría más a
menudo a interesarme por él y su familia y a conversar con él. También, a tomar
algo porque por supuesto las charlas eran un pasatiempo, pero él necesitaba que
yo consumiese para poder seguir trabajando. Había pedido un café al principio,
pero acabé tomando ese café y dos té de lo nerviosa que me había puesto al
contar mi historia con Erik.
Decidí tomarme unos días de vacaciones, la empresa me lo
permitió y me fui con mis padres a la casa que tenían en Halver, un pueblo que
se situaba al sur de Dortmund, yo había nacido allí.
-¡Qué bien tenerte por aquí!- dijo mi madre abrazándome.
-Hacía mucho que no te veíamos, siempre estás con el
trabajo por aquí y por allá, casi nunca sabemos de ti.- dijo mi padre.
-Lo siento, pero esta vez no ha sido por el trabajo. He
conocido a un chico, es futbolista, juega en el Borussia de Dortmund, es Erik
Durm…- mi padre me cortó.
-¿Durm? ¿Estás con él?- preguntó inquieto.
-Ahora mismo no.- decidí contarles mi historia con Erik, evitando
detalles, no era necesario que supiesen lo que hacía o dejaba de hacer en la
cama. Con Felipe también me había ahorrado los detalles.
-Se está guardando algo, no quiere hacerte daño. Sea lo que
sea deberías hablar con él, si te ha llamado es que estaba decidido a
contártelo y tú te negaste. Eso le habrá hecho más daño a él y quién sabe si
ahora estará él enfadado.- dijo mi madre.
-Tengo miedo de lo que pueda ser, de lo que oculte. ¿Por
qué tiene que ocultarme algo por miedo a que me haga daño? ¿Tan malo es?-
estaba cansada de no saber que me ocultaba, estaba decidida a llamarle.
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