Eres la suerte de mi vida
Capítulo 13
Caminaba por el bosque de mi pueblo, ese bosque me había
visto crecer, me había visto jugar con las muñecas en un lado del camino, con
un balón y con mi hermano por el camino, paseando a mis muñecos por el camino
imaginando que era una madre disfrutando del paisaje y de su bebé mientras mi
padre cosechaba, sí, mis padres habían sido campesinos y más tarde, empezaron a
trabajar en las fábricas que construyeron en el pueblo. Fue un cambio muy
brusco porque fue de pasarme el día en el bosque a pisarlo solo los fines de
semana cuando mis padres tenían descanso, pero que entrasen en las fábricas nos
dio mucho más dinero y es lo que nos permitió a mi hermano y a mí poder
estudiar en lo que queríamos. Mi hermano no era tan buen estudiante como yo,
pero cuando comenzó en lo que le gustaba, que era administración, empezó a
sacar muy buenas notas. Yo sí que he sido siempre muy buena estudiante, me he
esforzado mucho y acabé siendo abogada porque siempre defendía a la gente que
me importaba, lo hacía con buenos argumentos y las leyes es algo que me llamó
la atención desde bien pequeña. Tenía pensado estudiar política o periodismo
político, pero decidí que ser abogada me vendría mucho mejor.
Que bonitos recuerdos todos los que tengo en este bosque,
me encanta desde pequeña. Las comidas en él los días que hacía sol y buen
tiempo siempre me traerán buenas sensaciones. Es aquí donde encuentro paz y
tranquilidad.
Escuché mi móvil sonar varias veces dentro de mi bolso, lo
busqué y vi que era Erik. Me armé de valor y descolgué la llamada.
-¿Diga?- mi voz temblaba, los nervios se apoderaban de mí.
-Clarissa, tenemos que hablar. ¿Dónde podemos quedar?- no
me esperaba que quisiera hablar en persona.
-Erik… No estoy en Dortmund, estoy en mi pueblo. No está
muy lejos de Dortmund, pero no puedo irme ahora, he venido a descansar.- dije
respondiendo a su pregunta.
-Bien, iré yo. ¿Cuál es el pueblo?- su reacción me
impresionó, esto si que no me lo esperaba.
- Halver, está al sur de Dortmund.- contesté.
-Espera que miro cuanto tardo en el navegador.- hubo una
pausa.- En media hora estoy allí. ¿Dónde voy cuándo esté allí?- preguntó él.
-En la entrada hay una gran rotonda con una fuente que pone
Halver, quédate allí cuando llegues, me llamas y voy a buscarte.
Comencé a patear piedras, estaba cada vez más nerviosa.
Agarré mi bolso con fuerza y comencé a correr hacia mi casa, llegué exhausta,
no podía más. Mi madre me dio un vaso de agua y me preguntó que pasaba. Le
conté todo. Mi padre no estaba, había ido a recoger a mi hermano que había
llegado en bus a la plaza. Mi hermano prefirió esta vez el transporte público a
pesar de tener el carnet de conducir. Yo prefería mi coche, me parecía más
independiente. Mi hermano también estaba soltero, había decidido venir ahora
porque así estaríamos los cuatro de la familia juntos.
Después de diez minutos llegaron mi hermano y mi padre, les
conté lo que sucedía. A mi hermano le tuve que explicar la historia entera.
-Debe ser importante si quiere hablar contigo en persona.-
dijo mi hermano.
-Lo sé, pero estoy asustada y nerviosa, no sé lo que será.
Cada vez pienso en cosas peores. Que tendrá que ir a la cárcel, que tendrá
alguna enfermedad… Pero luego pienso si le pasase algo de esto, se enteraría la
prensa. Debe ser algo muy bien guardado.
Recibí la llamada que estaba esperando de Erik.
-¿Ya estás aquí?- pregunté nada más descolgar la llamada.
Miré el reloj, había pasado más de media hora, unos
cuarenta y cinco minutos desde que me llamó la primera vez.
-Sí, estoy donde me dijiste.- respondió él.
-Voy para allá.- suspiré una vez que había colgado.
-Suerte.- me sonrió mi hermano.
Le abracé y les di dos besos a mis padres.
Llegué a la entrada del pueblo.
-Hola.- me saludó él sonriendo.
-Hola.- sonreí.
Nos dimos dos besos.
-¿Dónde podemos ir?- preguntó él.
-Te llevaré al bosque donde he pasado mi infancia.- le fui
indicando hasta llegar al bosque donde un rato había contestado su llamada.
Caminamos un rato en silencio, ninguno de los dos se
atrevía a decir nada.
-Bueno…- dijo Erik, hizo una pausa.- Tengo que contártelo,
necesito que lo sepas. No sé cómo decirlo para que suene mejor así que lo diré
sin más… Soy un mujeriego.
Sus palabras me hirieron en lo más hondo. No me esperaba
que fuese eso. Nunca me lo hubiese imaginado. Noté como las lágrimas empapaban
mis mejillas.
-No llores, Clary.- dijo él intentando abrazarme.
-No me toques.- chillé.
-Es normal que no quieras verme, que no quieras saber de
mí. Quería decírtelo porque quiero cambiar. Mis amigos me ayudan, ya no me fijo
tantas en las chicas porque estoy enamorado de ti.- le corté.
-¿Y la tía con la que te fuiste la noche en la que nos
encontramos en la discoteca? No me dirás que no te acostaste con ella y ahí
estabas enamorado de mí ya.- grité.
-No te voy a mentir, me acosté con ella, pero no quiero
saber nada más de ella ni de nadie. Te quiero, te quiero y quiero que estemos
juntos, pero sé que esto te ha hecho daño. ¿Por qué crees que me alejaba? Estoy
intentando cambiar.
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